La confirmación de que Estados Unidos comenzará a reducir su presencia militar en Irak, sumada al ya anunciado repliegue en Siria, ha reavivado las alertas sobre la influencia regional de Irán. Analistas de seguridad advierten que este repliegue abre un vacío de poder que Teherán aprovechará para profundizar su “imperio en las sombras”, una estructura paralela construida durante décadas mediante fuerzas militantes chiíes, programas sociales y el respaldo del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC).

Según un informe del Middle East Forum, basado en fuentes sobre el terreno en instalaciones iraníes en Siria desde 2018, Teherán ha logrado instalar túneles, depósitos de armas y un sistema integrado que combina funciones militares con programas civiles. Esta estrategia, aseguran los especialistas, convierte a Siria en una avanzada operativa iraní y crea un modelo replicable en otros escenarios de inestabilidad regional.
Una red militar y política transnacional
El poder de Irán no se limita a Siria. En Irak, su influencia se cristaliza en las Fuerzas de Movilización Popular (PMF), milicias chiíes con cientos de miles de combatientes que, aunque formalmente integradas a las Fuerzas Armadas iraquíes bajo el mando del primer ministro, mantienen fuertes lealtades hacia Teherán. Como explicó Bill Roggio, analista del Long War Journal, estas milicias han alcanzado un peso determinante en el Parlamento y la economía iraquí, reproduciendo un modelo similar al de Hezbollah en Líbano.

En este sentido, la estrategia iraní se basa en la creación de un sistema paralelo de poder que trasciende las fronteras estatales, integrando comandantes iraníes, libaneses e iraquíes en un mismo esquema de control. El objetivo: desplazar progresivamente la influencia de Washington y consolidar una red de aliados que operen con autonomía de los gobiernos locales, pero alineados a la agenda de Teherán.
Un escenario favorable para Teherán
La caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024, con la toma de Damasco por parte de la organización Hay’at Tahrir al-Sham (HST), parecía abrir un nuevo capítulo de incertidumbre en Siria. Sin embargo, el vacío político y la fragmentación del país podrían jugar a favor de Irán, que ya se ha consolidado como un actor con capacidad de maniobra en escenarios de crisis prolongada.
Gregg Roman, director ejecutivo del Middle East Forum, destacó que el vínculo entre Irán y Siria “no comenzó con la guerra civil, sino que se remonta a los años 80”, lo que le permitió a Teherán convertir cuatro décadas de relaciones en una empresa militar y política difícil de revertir.
El retiro estadounidense bajo cuestionamiento
La decisión de Washington de reducir tropas en Siria y ahora en Irak se enmarca en la narrativa de poner fin a las “guerras eternas” y en la evaluación de que la amenaza de ISIS se ha reducido. Sin embargo, especialistas como Roggio sostienen que EE.UU. no ha definido con claridad su misión en la región: “¿Es un objetivo contener a ISIS o frenar la influencia iraní? La falta de definición estratégica debilita el despliegue militar y diplomático”, advirtió.
Ambos expertos coinciden en que Irán actúa con una paciencia estratégica que se mide en décadas, mientras que la política estadounidense suele estar atada a ciclos electorales cortos. Este desfasaje, aseguran, le da a Teherán una ventaja estructural en su objetivo de desplazar definitivamente a Washington del Medio Oriente.
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