El presidente ruso, Vladimir Putin, calificó este jueves como un acto de “piratería” la decisión de Francia de interceptar y abordar al petrolero Boracay, vinculado a la flota fantasma rusa y sospechado de violar sanciones internacionales. El incidente, que se produjo el sábado frente a las costas del oeste de Francia, escaló las tensiones diplomáticas entre Moscú y París.

“Esto es piratería. Estoy al tanto de este caso: el petrolero fue incautado en aguas neutrales sin justificación alguna”, afirmó Putin durante un evento en Sochi, en declaraciones reproducidas por la agencia AFP.
Francia sospecha de vínculos con la “flota sombra” rusa
El Boracay, que navega bajo bandera de Benín, figura en la lista negra de la Unión Europea por pertenecer presuntamente a la llamada “flota sombra” rusa, una red de buques que Moscú utiliza para sortear las sanciones impuestas tras la invasión de Ucrania en 2022.

Según fuentes militares francesas citadas por AFP, la marina abordó el buque el pasado sábado como parte de una investigación judicial. El presidente Emmanuel Macron evitó confirmar si el Boracay estaba directamente implicado en los vuelos de drones que, en septiembre, obligaron a cerrar temporalmente aeropuertos en Dinamarca, aunque subrayó que la tripulación enfrenta sospechas de “delitos muy graves”.
Antecedentes: el Boracay y las sospechas en Dinamarca
Tal como informamos en Escenario Mundial, el Boracay había sido detectado frente a Dinamarca en septiembre, en coincidencia con la aparición de drones no identificados que obligaron a suspender vuelos en Copenhague y Aalborg durante varias horas. Aunque no se pudo confirmar el origen de las aeronaves, analistas europeos señalaron que los drones habrían sido lanzados desde buques en tránsito, entre ellos el Boracay, uno de los cuatro petroleros vinculados a Rusia que navegaban en la zona en esos días.

El carguero transportaba 750.000 barriles de crudo desde el puerto ruso de Primorsk hacia India cuando fue interceptado por la marina francesa y desviado a Saint-Nazaire. La decisión se basó en la negativa de la tripulación a cooperar y en la acumulación de contenedores sospechosos en el puerto de Rason, Corea del Norte, que refuerzan la hipótesis de actividades clandestinas. Estos antecedentes explican por qué el caso se inscribe en la preocupación más amplia de Europa por las tácticas híbridas de Rusia, donde la guerra energética y las operaciones no convencionales se entrelazan con la guerra en Ucrania.
Escalada diplomática
El caso del Boracay se inscribe en un escenario más amplio de guerra económica y tecnológica, donde la interdicción de buques sospechados de transportar crudo ruso se suma al arsenal de sanciones de la Unión Europea y sus aliados. Para Rusia, sin embargo, estas operaciones representan una forma de “guerra híbrida” que amenaza la libertad de navegación en aguas internacionales.
La acusación de “piratería” por parte de Putin podría abrir un nuevo frente de fricciones con París, que defiende la legalidad de sus acciones bajo el marco de las sanciones internacionales.
En paralelo, las autoridades francesas informaron que el capitán chino del Boracay enfrentará un juicio previsto para febrero, en el marco de las pesquisas por las operaciones irregulares del buque. Putin, por su parte, aseguró que “no había carga militar en el barco”, aunque no está claro cómo obtuvo esa información.
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