Las protestas lideradas por jóvenes en Marruecos dieron un giro dramático tras confirmarse las primeras muertes desde el inicio de las movilizaciones el pasado sábado. Según informó la agencia estatal marroquí, al menos dos personas fallecieron en la localidad de Lqliaa, cerca de Agadir, luego de que la policía abriera fuego para impedir que manifestantes intentaran tomar una comisaría.

La situación marca un punto de inflexión en un movimiento que había crecido de manera pacífica y masiva en las principales ciudades del país, en rechazo a la decisión del gobierno de priorizar la construcción de estadios para el Mundial 2030 de la FIFA por sobre la inversión en servicios públicos y soluciones a la crisis económica. Con consignas como “los estadios están, pero ¿dónde están los hospitales?”, los manifestantes han puesto en evidencia un descontento social cada vez más extendido.
Juventud sin empleo y hospitales colapsados
El movimiento, bautizado como GenZ 212 —en referencia al código telefónico internacional de Marruecos—, se organiza principalmente a través de redes sociales y carece de una estructura de liderazgo formal. Sus integrantes denuncian condiciones precarias en servicios esenciales como la salud, además de una tasa de desempleo juvenil que alcanza el 35,8%, mientras que el desempleo general se ubica en 12,8%.
Un joven entrevistado por la BBC desde Oujda, en la frontera con Argelia, describió el hospital local como una “cárcel”, relatando que los pacientes deben pagar sobornos a guardias y enfermeras para acceder a atención médica. Estas denuncias refuerzan la narrativa de abandono social frente a la inversión multimillonaria en infraestructura deportiva.
Escalada de violencia y represión
Aunque el ministerio del Interior había asegurado horas antes que se respetaría el derecho a la protesta dentro de los marcos legales, la violencia escaló en distintas ciudades. En Marrakech, epicentro turístico, manifestantes incendiaron una comisaría, mientras que en Rabat, Casablanca y Tánger también se registraron choques con las fuerzas de seguridad.

El vocero del ministerio, Rachid El Khalfi, confirmó la detención de 409 personas en todo el país. Además, más de 260 policías y 20 manifestantes resultaron heridos, y al menos 40 vehículos policiales y 20 autos privados fueron incendiados, reflejo de la magnitud de la crisis.
Un fenómeno regional de protestas juveniles
La rebelión marroquí se inscribe en una ola de movilizaciones juveniles globales, que en los últimos meses sacudió a Nepal, Indonesia, Filipinas y Madagascar. En Nepal, las manifestaciones forzaron la renuncia del primer ministro, mientras que en Madagascar el presidente optó por disolver su gobierno para intentar calmar las protestas.
Este contexto regional refuerza la percepción de que las nuevas generaciones, organizadas de manera descentralizada y con fuerte presencia digital, están desafiando gobiernos y prioridades políticas, cuestionando la brecha entre gasto en grandes eventos internacionales y las necesidades sociales inmediatas.
El dilema del gobierno marroquí
El oficialismo emitió un comunicado en el que expresó su disposición a dialogar con los jóvenes “dentro de las instituciones y los espacios públicos para encontrar soluciones realistas”. También elogió lo que calificó como una reacción equilibrada de las fuerzas de seguridad, pese a las denuncias de represión y al saldo de víctimas mortales.
Con el Mundial 2030 como telón de fondo, Marruecos enfrenta una encrucijada: sostener su imagen internacional como sede deportiva y turística, o responder a las demandas internas de una generación que siente que sus necesidades básicas son relegadas frente al espectáculo global.
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