La Casa Blanca fue escenario de un movimiento diplomático que busca redefinir el rumbo de la guerra en Gaza. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, presentaron un plan de paz de 20 puntos que combina alto el fuego inmediato, liberación de rehenes, reconstrucción del enclave y un esquema de gobernanza transitoria supervisado internacionalmente. El anuncio estuvo acompañado de una frase que sintetiza el tono del encuentro: “Si Hamás rechaza el acuerdo… tendrán nuestro pleno respaldo para hacer lo que deban hacer”, advirtió Trump frente a Netanyahu.

Un plan con múltiples dimensiones
La propuesta incluye la liberación de todos los rehenes en un plazo de 48 a 72 horas tras la aceptación del plan, con un intercambio que contempla la excarcelación de prisioneros palestinos, incluidas mujeres y menores detenidos desde 2023. A cambio, Israel se comprometería a suspender sus operaciones militares, congelar las líneas de combate y proceder a una retirada progresiva.
En paralelo, Gaza sería administrada por un comité tecnocrático palestino con supervisión internacional, respaldado por un organismo denominado “Board of Peace” presidido por Trump e integrado por líderes internacionales como Tony Blair. La seguridad estaría a cargo de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) con participación de países árabes y experiencia de Egipto y Jordania en materia policial.
El plan también contempla la reconstrucción económica mediante la creación de una zona especial con incentivos comerciales, inversión internacional en infraestructura y programas de empleo. Para Hamas, implica el fin de su control político en Gaza y un proceso de desarme supervisado por monitores independientes, condiciones que el grupo ha rechazado reiteradamente en el pasado.

El gesto hacia Qatar y la fragilidad de Netanyahu
El encuentro estuvo atravesado por un hecho diplomático clave: Netanyahu pidió disculpas a Qatar por un ataque israelí en Doha que, en su intento de golpear a líderes de Hamas, mató a un militar qatarí. La disculpa buscó recomponer el rol de Qatar como mediador, en un momento en que Israel enfrenta un creciente aislamiento y tensiones con socios estratégicos del Golfo.
Internamente, Netanyahu encara un escenario complejo: su coalición ultranacionalista rechaza cualquier mención a la Autoridad Palestina o a la posibilidad de un Estado palestino. Ministros como Bezalel Smotrich han advertido que retirarán su apoyo si el plan avanza en esa dirección, amenazando con una crisis de gobierno. No obstante, sectores centristas se muestran dispuestos a sostenerlo en caso de que sea necesario para aprobar un cese al fuego.
La posición de Hamas y el rol de los países árabes
Fuentes de la región confirmaron que Hamas fue informado de los lineamientos, pero el grupo evita responder sin recibir una versión oficial a través de mediadores egipcios y qataríes. El movimiento islamista mantiene como condición la retirada total de Israel de Gaza y el reconocimiento de un horizonte hacia la autodeterminación palestina.
Por su parte, Egipto y Emiratos Árabes Unidos expresaron su respaldo al esquema, calificándolo como una “posible vía hacia una paz duradera”. La Autoridad Palestina, a través de su representación en Naciones Unidas, manifestó su disposición a trabajar con Estados Unidos y los países árabes para alcanzar un acuerdo.

Un tablero regional de alta volatilidad
El plan llega tras casi dos años de guerra en Gaza, con más de 66.000 palestinos muertos y una infraestructura devastada. Israel enfrenta críticas crecientes incluso de aliados históricos, mientras que Hamas mantiene una capacidad de resistencia que prolonga el conflicto y bloquea una salida clara.
Trump busca posicionarse como mediador global, capitalizando su estilo de negociación directa. La inclusión de un ultimátum explícito a Hamas muestra que la propuesta no es solo diplomática: también es un mensaje de respaldo militar a Israel si fracasa la vía política.
Netanyahu, por su parte, necesita mostrar avances en el frente internacional para recomponer apoyos y reducir las tensiones internas. Pero la aceptación del plan implicaría concesiones que desafían las bases ideológicas de su coalición.
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