En una reciente conferencia espacial en Berlín, el ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, denunció que los satélites rusos espían a los nacionales utilizados por las Fuerzas Armadas alemanas, haciendo “sombra” a la tecnología de su país. En su declaración, citó la preocupación por dos satélites Luch/Olymp cerca de satélites Intelsat, que son utilizados por Alemania, pero afirmó que se trata de un panorama más profundo.

Según el titular de la cartera de Defensa, Rusia y China “han ampliado rápidamente sus capacidades bélicas en el espacio en los últimos años”, y que por esa razón su país debe desarrollar capacidades ofensivas en el espacio como elemento disuasorio de acciones hostiles. “Pueden interrumpir las operaciones de los satélites, cegarlos, manipularlos o destruirlos cinéticamente”, declaró Pistorius sobre los acercamientos de satélites rusos a los satélites alemanes.
Pistorius también confirmó que los satélites militares alemanes ya han sido blanco de ataques de interferencia, aunque no se ha logrado confirmar que esa interferencia haya sido realizada por tecnología rusa. Cabe destacar que el operador de los satélites alemanes, Intelsat, es una empresa estadounidense-luxemburguesa a cargo de tecnología destinada a empresas privadas y organismos gubernamentales.
Satélites y patrones de espionaje
La situación denunciada recientemente por Alemania parece ser cotidiana en los cielos europeos. Específicamente, porque dos satélites rusos lanzados en 2014 y 2023 fueron los que más han sido objeto de acusaciones por parte de expertos internacionales, quienes advierten sobre maniobras sospechosas en órbita geoestacionaria.
A diferencia de la mayoría de los satélites, que permanecen años en una misma posición, estos dispositivos han mostrado “patrones de acercamiento” a otros satélites no rusos, lo que ha sido interpretado como una forma de espionaje espacial. En mayo de 2024, la empresa francesa Aldoria registró una aproximación repentina de uno de estos satélites, mientras que en 2023 la estadounidense Slingshot Aerospace ya había alertado sobre comportamientos “poco amistosos”.

En palabras del analista militar Sean Bell, uno de los acercamientos más extremos fue de apenas 10 kilómetros, una distancia crítica considerando que estos objetos se desplazan a unos 3 km por segundo.“De vez en cuando se acerca a uno y luego a otro, casi probando hasta dónde puede llegar […] es sin duda una amenaza para nuestras comunicaciones militares y, potencialmente, para las capacidades espaciales”, declaró. Además, explicó que operar cerca de otro satélite puede dar a una nación hostil la oportunidad de interferir las comunicaciones o manipularlo y que “la mayoría de las naciones se dan cuenta de que no han gastado lo suficiente en el espacio” en esa instancia, cuando ya es demasiado tarde.
Provocaciones en tierra y en el espacio
Las advertencias sobre la actividad orbital rusa se intensifican en un contexto de creciente tensión internacional, pero más que nada regional. Es menester recordar que esta semana, varios aeropuertos en Dinamarca fueron interrumpidos por drones, y aunque no hay confirmación oficial, algunas hipótesis apuntan a una posible responsabilidad rusa.

A esto se suma la reciente movilización de aviones de la OTAN tras la violación del espacio aéreo estonio por parte de aeronaves rusas. Y si bien estos episodios han sido bastante dispersos geográficamente, reflejan un patrón que se vive en la región, marcado por amenazas y provocaciones desde Rusia. Además, refuerza la percepción que tienen los líderes europeos sobre las estrategias del Kremlin, que busca “testear los límites” de respuesta occidental, tanto en tierra como en órbita.
Te puede interesar: Escalada de tensión en Europa tras reclutamiento masivo en Rusia y violación del espacio aéreo de Estonia










