Días después de la violación del espacio aéreo de Polonia por parte de drones rusos, Varsovia firmó un nuevo acuerdo con Ucrania para entrenar a sus soldados en el uso de estos vehículos aéreos no tripulados. El memorando, firmado por los ministros de Defensa de ambos países, marca un cambio en la retórica militar de Europa, donde se reconoce explícitamente la labor de Kiev en la guerra de drones y sus estrategias utilizadas para hacer frente a las amenazas desde Moscú.

Efectivamente, el uso de drones se ha consolidado como un aspecto predominante en la guerra entre Rusia y Ucrania; por esta razón, Ucrania formará directamente a soldados polacos en elementos de la guerra de drones con el nuevo memorando. En palabras del titular de la cartera de Defensa polaca, Denys Shmyhal: “estamos hablando de formar ingenieros y de formar soldados que resistan y defiendan el dominio aéreo”. La firma también incluye una cooperación más estrecha en materia de fabricación de aviones no tripulados y robótica.
Incursiones aéreas desde Rusia
El acuerdo de entrenamiento conjunto se produce una semana después de que Polonia declarara que se había enfrentado a más de una docena de aviones no tripulados rusos que violaban ilegalmente sus fronteras. Tal situación llevó a la OTAN a ponerse en alerta y desplegar cazas F-35, F-16 y otras aeronaves para hacer frente a tales amenazas. Se notificó posteriormente que los aviones que respondieron derribaron varios drones.
El pasado viernes, Polonia denunció nuevamente un nuevo intento de violación de su espacio aéreo por drones procedentes de Rusia. El incidente elevó las tensiones en la frontera con Bielorrusia y reactivó los debates dentro de la OTAN sobre la defensa colectiva y sus reglas de enfrentamiento. El ministro del Interior polaco, Marcin Kierwiński, informó que guardias fronterizos detectaron una mayor actividad de drones procedentes de Rusia y Bielorrusia intentando cruzar hacia el espacio aéreo polaco y confirmó que la frontera con Bielorrusia seguiría cerrada hasta que se confirme que no hay “peligro ni provocaciones”.
A esta situación de tensiones fronterizas se suma lo ocurrido el pasado fin de semana en Estonia, donde tres cazas rusos MiG-31 violaron el espacio aéreo estonio durante 12 minutos el viernes, sin activar transpondedores ni comunicarse con control aéreo. La OTAN respondió de inmediato, desplegando F-35 desde Italia para interceptar las aeronaves, mientras Suecia y Finlandia monitoreaban la situación.

El gobierno estonio calificó el hecho como una provocación descarada, convocó al diplomático ruso y solicitó consultas bajo el Artículo 4 de la OTAN, además de que también pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para denunciar el patrón de agresividad rusa en la región. Por su parte, el Kremlin negó tales hechos y acusó a Estonia de querer “elevar las tensiones”, calificando los comentarios como “declaraciones vacías e infundadas”.
La experiencia ucraniana
Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, el sistema internacional creyó que Kiev tendría un final irremediable y un colapso total de sus defensas frente a las gigantescas ofensivas desde Moscú. No obstante, ese colapso no llegó: tres años después, Ucrania sigue en pie, pero también se ha vuelto experto en el combate contra drones rusos, afianzando nuevas prácticas y resistiendo con estrategias y tecnología.

La “resiliencia” ucraniana no sólo fue simbólica, sino que el país comenzó a gestionar nuevas formas de hacer frente a los drones rusos. Por ejemplo, Ucrania desarrolló una arquitectura defensiva híbrida contra los drones Gerbera, réplicas rusas del Shahed-136 iraní, que vuelan en tándem con misiles balísticos. Para Kiev es crucial no sólo ser capaz de responder con rapidez, sino también hacerlo a un costo medianamente bajo.
Puntualmente, ante la falta de capacidades defensivas, Ucrania comenzó a preservar sus costosos misiles tierra-aire y empezó a implementar tácticas alternativas, como guerra electrónica, interceptores de alta velocidad y tripulaciones móviles con ametralladoras montadas en camiones. Toda esta experiencia, en su conjunto, se convirtió en doctrina.
Del colapso anunciado al entrenamiento de tropas de la OTAN
“Sólo con una estructura multisistema podremos combatir un ataque masivo de drones”, declaró Zelenski a mediados de septiembre, en una crítica directa al modelo defensivo de la OTAN. Ese mismo día, el presidente ucraniano ofreció compartir su conocimiento y ampliar la producción de drones interceptores.
Recientemente, el ministro de Defensa polaco, Władysław Kosiniak-Kamysz, afirmó que “Ucrania es actualmente el país del mundo con más experiencia en la esfera de influencia occidental, en nuestro lado de la fuerza, en términos de capacidad de producción, pero también en el uso de estos equipos”.

Y si bien la OTAN ha estado entrenando a Ucrania en sus tácticas de combate durante gran parte de la guerra con Rusia, en la actualidad, la alianza finalmente parece dispuesta a escuchar y aprovechar las lecciones aprendidas desde Ucrania para su propio beneficio. Parecería observarse que ahora existe un claro reconocimiento de la experiencia que tiene Ucrania en estas nuevas formas de guerra.
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