El reciente Tratado de Libre Comercio entre el MERCOSUR y la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio: Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein), suscripto formalmente el 16 de septiembre de 2025, abre nuevas perspectivas para Argentina en términos comerciales, de inversión, innovación y regulaciones internacionales.

En este sentido, una de las ventajas inmediatas para Argentina será la mejora del acceso al mercado EFTA para exportaciones nacionales. El tratado contempla que más del 97 % de las exportaciones de ambos bloques tendrán mejor acceso al mercado recíproco. Esto incluye productos agrícolas, alimenticios, ganaderos, y también manufacturas, sobre lo que ya existen exportaciones argentinas con potencial de expansión. Además, esto se ve reforzado por la eliminación progresiva de aranceles, la modernización de los procedimientos aduaneros y normas técnicas, sanitarias y fitosanitarias que usualmente constituyen barreras al comercio externo.
El país sudamericano también podría beneficiarse en materia de inversiones extranjeras. El capítulo de inversiones del tratado ofrece protección legal más sólida para inversores, claridad en reglas de origen, derechos de propiedad intelectual, adquisiciones públicas y competencia. Todo esto mejora la previsibilidad jurídica, factor clave para atraer capital extranjero. Empresas suizas, noruegas, islandesas o liechtensteinianas podrían encontrar en Argentina un destino atractivo para proyectos de agroindustria, tecnología, energía renovable, infraestructura y servicios.

Por último, es posible afirmar que, en términos políticos y diplomáticos, el tratado EFTA-MERCOSUR representa para Argentina una oportunidad de reposicionamiento internacional. En un contexto global marcado por tensiones comerciales, proteccionismo creciente y búsqueda de diversificación de mercados, este acuerdo puede servir como carta de presentación para mostrar apertura al comercio internacional, responsabilidad regulatoria, y alineamiento con estándares europeos.
Desafíos para Argentina
Por otro lado, surgen desafíos que tanto Argentina, como los demás países del Mercosur, deberán gestionar para aprovechar eficientemente el tratado. Sectores sensibles como la industria manufacturera podrían enfrentar competencia más fuerte de productos europeos bajos aranceles. Además, existe la necesidad de adaptar regulaciones locales (normas sanitarias, fitosanitarias, estándares técnicos, regulación de propiedad intelectual) para cumplir con los requisitos del tratado. También es clave que se trabaje en infraestructura logística y competitividad interna (costos de transporte, fletes, demora aduanera) para no quedar en desventaja frente a productores europeos que cuentan con altos estándares operativos.
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