La tensión en el flanco oriental de Europa alcanzó un nuevo punto crítico luego de que Estonia denunciara una violación “sin precedentes” de su espacio aéreo por parte de tres cazas rusos MiG-31, incidente que motivó a Tallin a solicitar la activación del Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte. Se trata de una medida excepcional que convoca a los aliados a consultas cuando uno de sus miembros percibe que su seguridad o integridad territorial están amenazadas.
El incidente aéreo en Estonia
El gobierno estonio informó que los tres MiG-31 ingresaron alrededor de 12 minutos en su espacio aéreo, una duración inusualmente prolongada en comparación con anteriores incidentes. Las aeronaves, que no portaban plan de vuelo, mantenían los transpondedores apagados y no estaban en contacto con control aéreo, fueron interceptadas por cazas F-35 italianos desplegados en la base de Ämari como parte de la misión de policía aérea de la OTAN en los Estados bálticos.


El primer ministro estonio, Kristen Michal, calificó la incursión como “totalmente inaceptable” y confirmó que su país presentó una nota de protesta al encargado de negocios ruso en Tallin. El hecho se produjo apenas días después de los ejercicios militares conjuntos Zapad-2025 entre Rusia y Bielorrusia, en los que se incluyeron simulaciones con misiles hipersónicos Kinzhal, lo que agrava la percepción de amenaza en la región.
La relevancia del Artículo 4
El Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte establece que los aliados deben reunirse para consultas cuando uno de ellos considere que su integridad territorial, independencia política o seguridad están en riesgo. Aunque no implica automáticamente una respuesta militar —como lo haría el Artículo 5—, constituye un paso político significativo que eleva el nivel de alerta de la Alianza.

Desde su fundación en 1949, el Artículo 4 ha sido invocado en pocas ocasiones. La última vez había sido por Polonia a inicios de septiembre de 2025, tras la incursión de drones rusos en su espacio aéreo. Anteriormente, se activó tras la invasión rusa de Ucrania en 2022 y en diferentes episodios por Turquía en relación con Siria e Irak.
Reacciones internacionales
La condena internacional no se hizo esperar. Francia, que mantiene un destacamento militar en Estonia, señaló que se trató de “una violación flagrante del derecho internacional”. El Reino Unido habló de “otra incursión imprudente” y subrayó la necesidad de intensificar sanciones contra Moscú.
Alemania, Polonia, Letonia, Lituania y Suecia coincidieron en que Rusia está “probando los límites” de la OTAN con acciones provocativas. El ministro de Defensa letón, Andris Sprūds, enfatizó la necesidad de reforzar aún más la defensa aérea en el Báltico. Desde Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski consideró el hecho como “una amenaza directa a la seguridad transatlántica” y reclamó acciones firmes contra Rusia.

Por su parte, el embajador ruso ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, minimizó la situación y afirmó “no confiar en lo que dice Estonia”, en línea con la postura habitual del Kremlin de negar o relativizar estas operaciones.
Washington bajo la lupa
El silencio inicial de la Casa Blanca fue seguido con atención en Europa. La administración del presidente Donald Trump ha sido cuestionada en repetidas semanas por su tibia reacción ante incursiones previas en Polonia. Un funcionario estadounidense, en condición de anonimato, señaló a Reuters que “es difícil ver cómo esto no fue intencional”, sugiriendo que Moscú busca medir la capacidad de respuesta aliada.
La falta de una condena inmediata desde Washington alimenta las dudas entre los socios europeos acerca del compromiso de Estados Unidos con la defensa colectiva, especialmente en un contexto donde la disuasión y la unidad son claves frente a la escalada rusa.
Implicancias estratégicas
El episodio se inscribe en una cadena de provocaciones militares que incluyen drones sobre Polonia, vuelos no autorizados en el Báltico y ejercicios con armamento nuclear táctico. Para los analistas, el patrón confirma la intención rusa de desafiar los límites de la OTAN y evaluar la cohesión aliada en un momento de alta tensión global.
Si bien la activación del Artículo 4 no conduce automáticamente a represalias militares, sí abre la puerta a nuevas medidas coordinadas de presión política y económica, además de posibles ajustes en el despliegue de defensa aérea y terrestre en el este de Europa.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, declaró tras conversar con el primer ministro estonio que la respuesta fue “rápida y decisiva” bajo la operación Eastern Sentry, subrayando que la Alianza mantendrá su vigilancia permanente en la región.
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