Un reciente análisis advierte que Estados Unidos debería reorientar esfuerzos estratégicos hacia la protección pesquera en el hemisferio occidental con el despliegue de la Guardia Costera, con especial atención al Atlántico Sur. El informe sostiene que el avance de la flota pesquera extranjera, particularmente la de origen chino, amenaza la seguridad alimentaria, la estabilidad económica y la soberanía marítima de países de América del Sur, al tiempo que la cooperación con socios clave como Argentina y Brasil ha sido insuficiente y discontinua.
La presión de la flota china en el Atlántico Sur
El documento señala que la expansión de la flota de aguas distantes de China constituye uno de los principales desafíos en materia de gobernanza marítima. Entre 2013 y 2020 se registraron más de 10.000 casos sospechosos de pesca ilegal en zonas marítimas brasileñas. En el límite de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, solo entre 2018 y 2021, cientos de buques acumularon cerca de 900.000 horas de faena pesquera en las inmediaciones de la milla 200.

La situación se agrava debido a tácticas evasivas, como el apagado de sistemas de identificación automática (AIS) y maniobras de colisión contra embarcaciones de control. El informe recuerda que China ha bloqueado en instancias internacionales sanciones contra buques de su bandera acusados de pesca ilegal, consolidando una política de protección estatal a estas prácticas.
Cooperación limitada con Argentina y Brasil
El informe subraya que la presencia de la Guardia Costera de Estados Unidos en el Atlántico Sur ha sido esporádica. Ejercicios conjuntos con la Marina de Brasil, la Armada de Uruguay y la Prefectura Naval Argentina se realizaron en 2023 y 2024, con escalas históricas como la del USCGC James en Buenos Aires tras 12 años de ausencia. Sin embargo, no se ha alcanzado un esquema de cooperación sostenido ni un marco estable de patrullaje conjunto.

La propuesta apunta a incrementar operaciones combinadas, entrenamientos y programas de embarque de observadores locales en buques estadounidenses. Este esquema ya ha demostrado eficacia en el Pacífico, donde la cooperación con países insulares permitió un control más efectivo de la actividad pesquera extranjera.
Reforzar la presencia estadounidense en el hemisferio
El análisis advierte que la Guardia Costera debería expandir su proyección en el Atlántico Sur con mayores despliegues de buques de seguridad nacional y de media autonomía, complementados con infraestructura logística regional. Asimismo, plantea reubicar activos hacia el Golfo de México para ampliar las capacidades de control, con el doble objetivo de combatir la migración irregular y la pesca ilegal.
El estudio remarca que estas misiones no solo contribuyen a la seguridad alimentaria y al comercio legal, sino que también ofrecen a Estados Unidos una ventaja estratégica frente a la creciente influencia china en América Latina.
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