La cumbre de Doha, convocada de emergencia por múltiples países árabes e islámicos con motivo del ataque de Israel a Qatar el pasado 9 de septiembre representó más que una iniciativa diplomática. Ante el avance de Israel en maniobras cuestionables en materia de seguridad regional, las naciones que comprenden el Medio Oriente le han mostrado al mundo que pretenden unirse para enfrentar un potencial enemigo común. En una dinámica que, salvando la distancia, recuerda a la gestación de la Guerra de los Seis Días, EE.UU. ha interceptado el mensaje y relanzó iniciativas referidas a acuerdos de seguridad en el área.
EE.UU. intensifica sus esfuerzos por restablecer la seguridad en Medio Oriente
La continuidad de la guerra en Gaza, objeto de crítica de numerosas ONGs y organismos internacionales, es un punto de conflicto severo para la paz en Medio Oriente. En este sentido, no es menor la alianza EE.UU.-Israel, que ha representado un gran sostén militar y capital político para el gobierno de Netanyahu. Sin embargo, la tendencia muestra que desde el estallido del conflicto armado en Gaza, Israel ha entrado en disputa con varios países de Oriente Medio, como es el caso de Yemen, Líbano, y Siria.

El ataque a Qatar ha reavivado la percepción de los países árabes e islámicos de la región de un Israel que podría representar una amenaza real para sus ciudadanos. En este contexto, EE.UU. ha acelerado tratativas para lograr un acuerdo de seguridad entre Israel y Siria, un Estado que busca reintegrarse a la comunidad internacional desde la caída del régimen de Al-Assad. El objetivo de los mediadores de la Casa Blanca sería, entonces, llegar a un acuerdo antes de fin de mes, para alcanzar a presentar este progreso en la Asamblea General de la ONU que tendrá lugar el 22 de septiembre.
El peso de la presencia militar estadounidense en la región
Con más de cuarenta mil efectivos distribuidos en bases permanentes y navales a lo largo de la región, Washington mantiene un rol central en la seguridad regional. Esta presencia se ha expandido desde 2024 como respuesta a las amenazas provenientes de Irán y sus aliados armados, entre ellos Hamas, Hezbolá, los hutíes en Yemen y varias milicias en Irak y Siria. La red de bases, que incluye instalaciones clave en Qatar, Bahréin y Kuwait, ha permitido a EE.UU. reaccionar de forma inmediata frente a ataques con drones, misiles balísticos e incidentes en rutas marítimas estratégicas como el mar Rojo y el golfo de Adén.

El ataque iraní contra la base aérea de Al Udeid en Qatar a fines de junio 2025, hogar de diez mil tropas estadounidenses y sede avanzada del Comando Central, subraya la vulnerabilidad de esta arquitectura militar. Aunque las defensas cataríes lograron interceptar los misiles y evitar víctimas, el incidente marcó un punto de inflexión al evidenciar que las instalaciones estadounidenses ya no son vistas solo como centros de proyección de poder, sino también como objetivos prioritarios. El equilibrio entre disuasión y escalada se vuelve cada vez más delicado, condicionando tanto las negociaciones en curso como la estabilidad regional a medino plazo.
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