Polonia confirmó el derribo de varios drones que violaron su espacio aéreo durante un ataque masivo ruso contra Ucrania, en lo que constituye el primer caso registrado en el que un miembro de la OTAN abre fuego en el marco de la guerra. El incidente, ocurrido en la madrugada del 10 de septiembre, elevó las tensiones a un nivel sin precedentes desde el inicio de la invasión rusa y encendió las alarmas de seguridad en toda Europa.
Según informó el primer ministro polaco, Donald Tusk, al Parlamento, se trató de “la situación más cercana a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial”. Si bien descartó que el país esté “al borde de la guerra”, ordenó la activación del Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, que permite a cualquier Estado miembro solicitar consultas urgentes con sus aliados ante una amenaza a su seguridad.

Defensa territorial en máxima alerta
Las Fuerzas de Defensa Territorial polacas anunciaron la reducción de los tiempos de movilización para sus efectivos. En las provincias orientales —Podlasie, Mazovia, Lublin y Podkarpacie— los reservistas podrán ser convocados con hasta seis horas de anticipación, mientras que en las regiones centrales el aviso se acortará a 12 horas. El comunicado oficial instó a la población a mantener la calma, seguir únicamente las comunicaciones estatales y evitar acercarse a posibles restos de los aparatos derribados.
Cuatro aeropuertos, incluido el de Varsovia y el de Rzeszów —clave para el tránsito de asistencia internacional hacia Ucrania— suspendieron operaciones de manera preventiva. La medida refleja la magnitud del riesgo percibido y el impacto directo en la infraestructura crítica de transporte.
Operación conjunta de la OTAN
Fuentes militares confirmaron que la respuesta defensiva contó con apoyo de aeronaves de la Alianza Atlántica. En la operación intervinieron cazas F-16 polacos, F-35 neerlandeses, aeronaves de alerta temprana AWACS italianas y aviones cisterna operados por la OTAN. Varsovia aseguró que 19 objetos ingresaron en su espacio aéreo y que fueron neutralizados aquellos que representaban una amenaza directa a la población civil.

El episodio se produce en un contexto de intensificación de los ataques rusos sobre infraestructura de defensa ucraniana en las regiones de Leópolis, Vínnitsa, Jmelnitski y otras áreas industriales clave. Moscú sostuvo que los drones tenían como único objetivo instalaciones militares ucranianas y negó haber planificado impactos en Polonia, argumentando que las acusaciones son “infundadas”.
Reacciones internacionales
El hecho generó reacciones inmediatas en Europa. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reclamó mayores sanciones contra Moscú, mientras que la jefa de la diplomacia comunitaria, Kaja Kallas, calificó la incursión como un acto “intencional y extremadamente peligroso” que requiere una respuesta conjunta. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, advirtió que el episodio marca “un precedente gravísimo para Europa” y pidió un endurecimiento de las medidas de presión contra Rusia.
Por su parte, el Kremlin evitó pronunciarse sobre el derribo de drones, pero el portavoz Dmitri Peskov acusó a la OTAN y la UE de “señalar a Rusia de provocaciones a diario, sin presentar pruebas concretas”.
¿Escalada regional?
El incidente plantea interrogantes sobre una posible expansión del conflicto más allá de las fronteras ucranianas. Para Varsovia, la violación del espacio aéreo constituye una “provocación a gran escala” y refuerza la necesidad de fortalecer las capacidades defensivas del flanco oriental de la OTAN.

Desde 2022, Polonia y otros países vecinos habían reportado ocasionales desvíos de misiles o drones, pero nunca en una escala semejante ni con una respuesta militar directa. El uso del Artículo 4 por parte de Polonia representa la séptima invocación en la historia de la Alianza y subraya la gravedad percibida por los aliados europeos.
En paralelo, la suspensión del tráfico aéreo y el despliegue acelerado de fuerzas territoriales confirman que Varsovia se prepara para escenarios de mayor confrontación. Como señaló Tusk ante el Parlamento, “no se trata de si Rusia quiere o no provocar a la OTAN, sino de hasta dónde estamos dispuestos a responder para preservar la seguridad europea”.
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