La OTAN intensificó sus ejercicios militares en el Ártico en medio de crecientes tensiones con Rusia, reforzando la competencia por el control estratégico de la región. Buques de guerra de EE.UU., Alemania y Noruega participaron en operaciones conjuntas de guerra antisubmarina en el Mar de Barents, un punto neurálgico debido a la elevada actividad de submarinos nucleares rusos. El objetivo de la operación es fortalecer la seguridad regional, mejorar la preparación aliada y contener la proyección de poder rusa hacia el Atlántico Norte y Europa del Norte, en un contexto marcado por la guerra en Ucrania.
OTAN fortalece su presencia en el Alto Norte
Los ejercicios navales involucraron a las fragatas HNoMS Thor Heyerdahl (Noruega) y FGS Hamburg (Alemania), junto con los destructores estadounidenses USS Mahan y USS Bainbridge. Las operaciones integraron capacidades de sonar, vigilancia y ataque para detectar y neutralizar posibles amenazas submarinas. Según la OTAN, el objetivo es fortalecer la efectividad de combate y la letalidad operativa de las fuerzas navales europeas y estadounidenses. Para Noruega, el operativo es especialmente significativo. El Mar de Barents resulta clave para su seguridad nacional y el control de rutas marítimas estratégicas.

La cooperación trilateral permitió ensayar maniobras en aguas disputadas y mejorar la interoperabilidad entre las armadas, un factor vital ante la creciente presencia militar rusa en la región. El Mar de Barents alberga la mayor concentración de submarinos nucleares de Rusia. Dichos submarinos están situados en la península de Kola, desde donde Moscú proyecta poder hacia el Atlántico. Con la guerra en Ucrania en curso y el Ártico ganando relevancia geopolítica, estos ejercicios reflejan la determinación aliada de mantener la supremacía marítima y contener cualquier avance ruso bajo el hielo.
Las ambiciones árticas de Rusia y la competencia global
El presidente Vladímir Putin considera el Ártico un eje central de la proyección de poder rusa. Por ese motivo, impulsa una estrategia que combina la militarización de la región con el control de recursos naturales y rutas marítimas estratégicas. La prioridad del Kremlin es dominar la Ruta Marítima del Norte. Este último es un corredor ártico que conecta Europa con el Pacífico y que se vuelve cada vez más navegable debido al deshielo polar. Moscú busca restringir el acceso a esta vía, desafiando incluso el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS).

La creciente cooperación entre Rusia y China añade complejidad al escenario. Pekín considera el Ártico clave para su comercio con Europa y sus necesidades energéticas, y ha estrechado lazos con Moscú para explotar recursos naturales y expandir su influencia naval. Este eje sino-ruso genera preocupación en Canadá, Noruega, Dinamarca y EE.UU., países que temen quedar relegados en un entorno marcado por la competencia geopolítica y la carrera por el control de hidrocarburos, minerales estratégicos y rutas comerciales. Para la OTAN, reforzar su presencia en el Alto Norte es esencial para evitar que Rusia adquiera una ventaja estratégica irreversible.
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