La Corte Suprema de Brasil (STF) inició la fase final del juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, quien enfrenta cargos por intentar infringir el orden democrático tras su derrota en las elecciones de 2022, que dieron como ganador a su opositor izquierdista, Lula da Silva. Pese a la creciente presión de Estados Unidos a favor del expresidente brasileño, si es hallado culpable, podría recibir más de 40 años de prisión.

El martes 2 de septiembre por la mañana, la Corte Suprema inició lo que se espera sea un juicio de dos semanas sobre el grupo. A lo largo de ocho audiencias televisadas, celebradas entre el 2 y el 12 de septiembre, cinco jueces decidirán su destino. El juez presidente, Alexandre de Moraes, afirmó que Bolsonaro había tenido como objetivo instaurar una “dictadura real”. Asimismo, prometió que la corte no se dejará amedrentar por “amenazas internas o externas” y se mantendrá “absolutamente inflexible en la defensa de la soberanía nacional”, haciendo referencia a la presión proveniente de Estados Unidos.
En este sentido, el presidente estadounidense, Donald Trump, impuso sanciones económicas a Brasil y, en particular, a Moraes mediante la Ley Magnitsky. Esta medida implicó la remoción de visados, aranceles del 50 % a exportaciones brasileñas y denuncias de que el juicio es una “caza de brujas” política contra Bolsonaro.
Lula rechaza la injerencia de EE.UU. en Brasil, Trump aumenta la presión probolsonaro
Lo cierto es que este procedimiento no es solo un juicio penal, representa un punto de inflexión institucional en Brasil. El historiador Danilo Araújo Marques afirmó que nunca antes se había juzgado a altos líderes militares ni a un expresidente por atentar contra la democracia. “Siempre que hubo un intento de golpe de Estado y este no triunfó, hubo una amnistía, y ahora estamos viendo precisamente lo contrario”, añadió Marques, elogiando el juicio como un homenaje a la madurez de las instituciones y la democracia brasileña.

El presidente Lula, por su parte, rechazó cualquier interferencia extranjera, reafirmando la independencia judicial de Brasil. En contraste, Trump viene intentando sabotear los procedimientos con lo que los analistas llamaron una “campaña de presión sin precedentes” que tensó las relaciones entre Estados Unidos y Brasil.
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