La tensión en Medio Oriente escaló nuevamente tras el anuncio del gobierno israelí de convocar a decenas de miles de reservistas en el marco de una nueva ofensiva militar sobre la ciudad de Gaza. Se trata de la mayor movilización de este tipo desde el inicio de la guerra en octubre de 2023 y marca un punto de inflexión en la estrategia del primer ministro Benjamín Netanyahu, decidido a avanzar en la que considera la “fase final” contra Hamás.
Movilización histórica y resistencia interna
De acuerdo con medios israelíes como Kan y Channel 12, unas 60.000 órdenes de movilización fueron emitidas, aunque solo cerca de 40.000 efectivos estarían reportándose a filas. El número refleja un cansancio profundo entre la tropa, después de casi dos años de operaciones constantes. Numerosos reservistas han solicitado exenciones por motivos personales o financieros, mientras que oficiales de alto rango reconocen que la composición de las compañías y pelotones es menor a la prevista. Parte de los presentes son voluntarios que se suman a unidades a las que no pertenecen orgánicamente.
El plan contempla desplegar cuatro divisiones en Gaza y destinar parte de los reservistas a reemplazar tropas en el norte de Israel y en Cisjordania. El objetivo central es retomar el control de Gaza capital, con la expectativa de doblegar a Hamás y liberar a los 48 rehenes que aún permanecen en el enclave. Sin embargo, analistas militares israelíes consideran que las metas oficiales son poco realistas y advierten sobre una campaña prolongada y de alto costo humano.
Una operación cuestionada
La ofensiva, bautizada como “Carros de Gedeón 2”, llega tras un informe interno del ejército israelí que reconoció como fracaso la fase anterior, al no haber conseguido la caída de Hamás ni la liberación de cautivos. El documento —filtrado por la Cadena 12— subrayó deficiencias logísticas y errores de planificación, señalando incluso la “incompetencia” de las autoridades en la distribución de ayuda humanitaria.
A pesar de las lecciones pendientes, Netanyahu ha endurecido su postura, descartando propuestas de tregua parcial promovidas por Estados Unidos, Egipto y Qatar. Para el mandatario, solo un acuerdo integral bajo condiciones israelíes es aceptable, aun cuando encuestas internas muestran que la mayoría de la población prefiere un pacto de rehenes antes que la continuidad de la guerra.

Impacto humanitario y condena global
El Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, informó que desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023 han muerto al menos 63.633 palestinos y más de 160.000 resultaron heridos. Solo en las últimas 24 horas, los ataques habrían provocado 98 muertes y más de 400 heridos, en un escenario que Naciones Unidas ya calificó como hambruna oficial en amplias zonas del enclave.
La Asociación Internacional de Académicos del Genocidio (IAGS), la principal institución mundial dedicada al estudio de este crimen, emitió recientemente una resolución que califica las acciones de Israel en Gaza como genocidio, señalando la magnitud de las muertes, el desplazamiento forzoso de millones de personas y la destrucción masiva de viviendas e infraestructura civil.

Organizaciones humanitarias y líderes religiosos locales, como las iglesias griega, ortodoxa y latina de Gaza, alertaron que las evacuaciones forzadas hacia el sur representan una “sentencia de muerte” para quienes buscan refugio en sus instalaciones. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, reclamó el cese inmediato de la ofensiva, denunciando que cientos de miles de civiles ya desplazados se enfrentan a una nueva catástrofe.
Tensiones políticas y respaldo externo
La decisión de Netanyahu no solo genera divisiones dentro de la sociedad israelí, sino también al interior del propio estamento militar. Reportes señalan discrepancias con el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, contrario a un asalto directo a Gaza capital.
A nivel internacional, la ofensiva ha sido condenada de forma amplia, aunque Israel mantiene el apoyo clave de Estados Unidos. El presidente Donald Trump reiteró que la única vía para recuperar a los rehenes es “confrontar y destruir” a Hamás, avalando implícitamente la campaña.

Mientras tanto, expertos militares advierten que la operación sobre Gaza ciudad enfrentará a las fuerzas israelíes con un “campo de batalla de cuatro dimensiones”: edificios aún en pie, viviendas urbanas, callejones estrechos y la extensa red de túneles subterráneos. Hamás, pese a los golpes recibidos, mantiene capacidad para reorganizarse y lanzar contraataques, lo que augura un combate largo y sangriento.
Con la mirada internacional cada vez más crítica y el frente interno dividido, la nueva ofensiva israelí en Gaza abre un escenario de incertidumbre sobre la capacidad real del gobierno de Netanyahu para alcanzar sus objetivos militares y políticos sin profundizar la crisis humanitaria.
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Con información de: The Times of Israel, Reuters, AFP, El País, Haaretz, Al Jazeera.












