El pasado 31 de agosto, Rusia inició los ejercicios militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) junto a Bielorrusia, según el medio de comunicación estatal ruso Ria Novosti. Estas maniobras preceden a las de gran escala Zapad-2025 entre Rusia y Bielorrusia, previstas para septiembre, en las que también se planificará el despliegue nuclear, según funcionarios bielorrusos.
En general, los participantes de estos ejercicios estarían practicando escenarios de planificación de armas nucleares. Se trata de más de 2.000 militares y 450 unidades de armamento, equipo militar y especial, incluidos 9 aviones y helicópteros de combate, más de 70 vehículos aéreos no tripulados. El Centro de Prensa Conjunto de las maniobras confirmó su inicio el domingo en Vitebsk, puntualmente se trata de Interaction-2025, Search-2025 y Echelon-2025.
Los detalles del ejercicio conjunto
En el ejercicio participan contingentes de las Tropas (Fuerzas Colectivas) de la OTSC de la República de Bielorrusia, la República de Kazajstán, la República Kirguisa, la Federación de Rusia y la República de Tayikistán. “Entre ellos hay contingentes militares, formaciones de fuerzas especiales de entre las unidades especiales de los órganos de asuntos internos (policía), servicios de seguridad y especiales, órganos autorizados en el ámbito de la prevención y eliminación de situaciones de emergencia, así como grupos operativos del Estado Mayor Conjunto y la Secretaría de la OTSC”, señaló el centro de prensa.

Según declaró RIA Novosti, el ejercicio conjunto con la Fuerza Colectiva de Reacción Rápida “Interacción-2025” de la OTSC tiene por objetivo elaborar las cuestiones de preparación y realización de una operación conjunta para participar en la resolución de una situación de crisis en el territorio de un Estado miembro de la OTSC. Por otro lado, la maniobra “Search-2025” se orienta a un ejercicio especial con fuerzas de inteligencia y medios de reconocimiento, mientras que el “Echelon-2025” se consolida como un ejercicio especial con fuerzas logísticas y medios de apoyo.
Simulacros nucleares sin despliegue real, pero con tensiones latentes
Desde Rusia destacaron que estos simulacros se centrarían únicamente en la planificación de escenarios para un posible uso nuclear, sin implicar un despliegue real. Principalmente, porque “no se puede utilizar algo que supone una amenaza para todo el mundo, para la seguridad universal”.
No obstante, Moscú ha realizado múltiples amenazas nucleares contra Ucrania y sus aliados durante toda la guerra a gran escala. Además, Bielorrusia es un aliado clave de Moscú, y en mayo del 2023 firmó un acuerdo con Rusia que permite el despliegue de armas nucleares tácticas del país en su territorio nacional.
Pero la inteligencia ucraniana afirmó que Bielorrusia no posee ojivas nucleares, sólo sistemas vectores. Además, el diario The Kyiv Independent cofnirmó que un dirigente bielorruso refutó la afirmación de que su país compraría el nuevo sistema ruso de misiles de medio alcance Oresnik, realizadas en su momento por el presidente Lukashenko.
Una alianza “inquebrantable”
El vínculo entre Bielorrusia y Rusia se ha profundizado en los últimos años, consolidándose como un eje clave de la proyección militar y geopolítica de Moscú en Europa del Este. Bajo el liderazgo de Aleksandr Lukashenko, Minsk ha cedido espacio estratégico para el despliegue de armas nucleares tácticas rusas, alineándose con la doctrina de disuasión de Vladimir Putin.
Por ende, esta cooperación incluye ejercicios conjuntos como “Zapad-2025” y los actuales, reforzando la integración operativa entre ambas fuerzas armadas. Y aunque Bielorrusia intenta “matizar” su rol ante la comunidad internacional, su participación y dependencia de Rusia reflejan su posición como socio inquebrantable de Vladimir Putin.

Por otro lado, Bielorrusia participa activamente de la OTSC, creada en 2002 como respuesta de Moscú a la OTAN. La organización reúne a varios Estados postsoviéticos, y se presenta como un mecanismo de contrapeso a la OTAN. Sin embargo, la dependencia logística y doctrinaria de Moscú limita la capacidad de respuesta autónoma de los participantes ante situaciones de conflicto, generando debates sobre su verdadera función.
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