Argentina retira su candidatura al Consejo de Derechos Humanos de la ONU por primera vez en la historia, en una decisión impulsada por la administración de Javier Milei que marca un giro en la política exterior argentina. A pesar de contar con los votos asegurados para integrar el organismo en el período 2026-2027, el Gobierno optó por alinearse con una postura más crítica hacia el multilateralismo y los organismos internacionales. La medida ya fue comunicada a la delegación argentina en Nueva York y tendrá como consecuencia la pérdida de un asiento que el país ocupó en múltiples ocasiones desde 2006, afectando su rol en la defensa global de los derechos humanos.
Milei redefine el papel de Argentina en la ONU
La retirada de la candidatura argentina al Consejo de Derechos Humanos de la ONU representa un cambio profundo en la política exterior del país. Desde la creación del organismo en 2006, Argentina se había posicionado como un miembro activo y respetado, participando en cinco períodos y llegando incluso a presidir el Consejo en 2022. Sin embargo, el alineamiento de Javier Milei con Donald Trump y Benjamín Netanyahu, críticos del multilateralismo y de la propia ONU, generó un giro drástico que rompe con la tradición histórica de compromiso argentino con los derechos humanos.

Diversos organismos, como Amnistía Internacional, manifestaron su preocupación ante la decisión, advirtiendo que la ausencia de Argentina reducirá su capacidad de influir en votaciones, proponer resoluciones y supervisar violaciones de derechos humanos en países como Cuba, Venezuela, Nicaragua o Irán. Aunque el país mantendrá su participación como observador, no podrá incidir en la elaboración de políticas globales. Esta decisión, según analistas, podría debilitar la presencia internacional de Argentina y dejar un vacío en el liderazgo regional en materia de derechos humanos, que será ocupado por Ecuador, próximo integrante del Consejo.
Entre el aislacionismo y las nuevas alianzas globales
La decisión de retirar la candidatura argentina al Consejo de Derechos Humanos de la ONU no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia de Javier Milei para redefinir la política exterior del país. El Presidente cuestiona abiertamente la legitimidad de los organismos multilaterales, a los que acusa de formar parte de “élites supranacionales” que buscan condicionar la soberanía de los Estados. Su Gobierno ya anunció la salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), admitió analizar el abandono del Acuerdo de París sobre cambio climático, y ha mantenido tensiones con la Organización de Estados Americanos (OEA), especialmente por su rol en Venezuela.

El enfrentamiento de Milei con estos foros internacionales marca un quiebre con la tradición diplomática argentina basada en el multilateralismo y la integración regional. El Presidente llegó incluso a calificar al Mercosur como “una prisión que limita el potencial exportador” y planteó la posibilidad de reformarlo radicalmente o flexibilizar sus reglas internas. Al mismo tiempo, Milei impulsa un nuevo eje geopolítico, buscando fortalecer vínculos con aliados estratégicos como EE.UU., Israel, Italia y El Salvador, e incluso propuso la creación de una Liga de Naciones Conservadoras. Este viraje podría reconfigurar la posición de Argentina en la escena global, alejándola de los espacios tradicionales de cooperación y acercándola a alianzas ideológicas más selectivas.
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