La escena internacional se ve actualmente azotada, como si no existiesen acontecimientos suficientes, por el rápido escurrimiento del fentanilo. Un opioide sintético que cobró protagonismo tras su expansión en EE.UU., en 2024, causando infinidad de decesos, y que ahora circula en la oscuridad de muchos países del mundo. Este analgésico de laboratorio, creado en 1956, cuyos precursores químicos, son principalmente fabricados clandestinamente en Asia, es 50 a 100 veces más potente que la morfina, su costo de producción es excesivamente económico, y su comercialización ya escapa de cualquier tipo de control estatal. Por si fuera poco, junto a potencias como China, se vislumbra a otro coloso farmacéutico, India, como un nuevo actor en la producción ilegal de este narcótico, exportando la versión final del producto.
¿Quién vende y cómo?
Como ha sucedido históricamente con otras sustancias, ningún gobierno asumirá la responsabilidad, si la producción o comercialización florece bajo sus narices, si se pasarán la pelota, o harán la vista gorda. Investigaciones de equipos especiales de la Unión Europea y EE. UU. apuntan a que los insumos esenciales para su síntesis provienen principalmente de laboratorios clandestinos asiáticos. Sin embargo, el control del mercado minorista está en manos de dos de los mayores imperios criminales de México: el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco. Estos son señalados como los responsables de la distribución ilegal y exportación de este narcótico a Estados Unidos, donde causó 80.000 fallecimientos en 2024.
El arribo del fentanilo a México marcó un punto de inflexión. Las organizaciones criminales mexicanas, en busca de una sustancia más lucrativa y adictiva que la heroína, se volcaron rápidamente a su producción y distribución. Los componentes oriundos de oriente medio, se procesan en laboratorios furtivos en suelo mexicano, creando un ciclo mortífero. El producto final penetra la frontera norte hacia Estados Unidos, donde se ha convertido en la principal causa de muerte por sobredosis.

Los poderosos narcos mexicanos emplean un método refinado, que ya no se basa en el cultivo de plantas, sino en la creación sintética en laboratorios secretos. Compran químicos elementales del fentanilo, a través de Internet o empresas fantasma. Estos compuestos, a menudo camuflados, son enviados por paquetería o por vía marítima a los puertos mexicanos. Una vez en el país, los precursores se transforman en fentanilo en polvo en laboratorios improvisados. La naturaleza sintética de este opiáceo permite su elaboración en cualquier lugar, lo que dificulta enormemente el rastreo de su posterior expansión global. Desde la tierra maya, el fentanilo se trafica en pequeñas cantidades, lo que facilita su transporte y reduce el riesgo de detección. Se mezcla con otras drogas o se prensa en pastillas que imitan a analgésicos farmacéuticos.
La ruta del fentanilo hacia el sur
A diferencia de la cocaína, que se comercializa en grandes volúmenes, el fentanilo se desplaza de manera más discreta. Si bien el destino ilustre es Estados Unidos, la droga, también presente en Canadá, ha comenzado a filtrarse hacia el sur del continente, debido al endurecimiento de los controles de la nueva administración Trump. A su vez, la República popular, estrenó a fines de 2024 un megapuerto en Perú, de escaso control nacional, lo que potencialmente facilita el acceso de sustancias clave para su confección, muchas, propiedad de grandes empresas chinas, con el valor agregado de ya estar en territorio latinoamericano, simplificando su logística de mercado de estar localizado, ya en territorio latinoamericano, simplificando su logística de mercadeo. Este estupefaciente letal se acarrea en pequeños paquetes por medio de servicios de mensajería o se esconde en cargamentos legítimos que llegan a puertos de la región latinoamericana.
Dentro de la alta sofisticación que adquiere la introducción de esta droga al comercio de los narcóticos, la adulteración de cocaína y heroína funciona como estrategia ideal para que los carteles puedan ser proveedores de esa droga en el propio mercado, sin crear una demanda directa. El desvío de fentanilo de uso hospitalario, es otra variante del modus operandi, vinculado al narcotráfico, tras el cual se han reportado hurtos en laboratorios y centros de salud, donde el fármaco, en formato de ampolla, llega del mercado clandestino para su consumo recreativo, a instancias inadvertidas de uso legal. En la Argentina, se han detectado ya 100 muertes por utilización de fármacos en hospitales, contaminados con fentanilo, dejando en gravísimo estado de salud a muchos pacientes y causando la muerte de muchos otros.

La llegada del fentanilo a los rincones de Latinoamérica, incluyendo los hospitales, refleja un problema que va más allá del tráfico tradicional de drogas y que involucra tanto a redes criminales organizadas como a la infiltración en sistemas de distribución legítimos.
En definitiva, si bien el uso del fentanilo aún no ha escalado a un problema de salud pública de dimensiones críticas en Latinoamérica, la región enfrenta una creciente amenaza a su seguridad. La emergencia de un mercado de opioides sintéticos se ve impulsada por la estrecha coordinación entre redes criminales transnacionales, la habilidad de los cárteles mexicanos para evadir las restricciones en la cadena de suministro y la expansión de la infraestructura portuaria. Estos factores crean un caldo de cultivo para un aumento significativo en el flujo de precursores químicos de origen chino, esenciales para la producción de drogas sintéticas. El hecho de que, una vez más, los Estados se encuentren ausentes o incapacitados, frente a lo que puede ser la puerta de entrada a una crisis aún mucho mayor, preocupa a toda una región, que hace décadas cuenta muertos a causa del narcotráfico en todas sus índoles.
Te puede interesar: Estados Unidos envía destructores a Venezuela mientras Trump aumenta la presión a Maduro















