Las fuerzas rusas lanzaron durante la madrugada uno de los bombardeos más intensos en lo que va del año contra Ucrania, con un saldo de al menos 24 muertos y más de 60 heridos. La ofensiva combinó el empleo de casi 600 drones Shahed junto a 31 misiles de distinto tipo, incluidos dos balísticos hipersónicos Kh-47 Kinzhal, varios Iskander-M y misiles de crucero Kh-101. La magnitud del ataque buscó saturar las defensas aéreas ucranianas, que de todos modos lograron interceptar la mayoría de los proyectiles.
Kiev en el centro de la ofensiva
La capital fue el epicentro del ataque y sufrió daños considerables en varios distritos. Al menos 18 personas, murieron en Kiev, mientras que 38 resultaron heridas. En el distrito de Darnytskyi un edificio de cinc pisos colapsó tras un impacto directo, dejando atrapados a numerosos vecinos. También se registraron daños en edificios de gran altura, un centro comercial y hasta instalaciones vinculadas a misiones diplomáticas.

El bombardeo no se limitó a la capital. En la región de Vinnytsia, un tren de alta velocidad fue alcanzado en un depósito, obligando a alterar la operatoria ferroviaria. Más de 60 localidades sufrieron cortes de electricidad debido a los impactos sobre infraestructuras energéticas, aunque el servicio se restableció parcialmente durante la jornada. Otras provincias como Chernihiv, Dnipropetrovsk, Kharkiv, Zaporizhzhia, Donetsk y Kherson también fueron blanco de los ataques, dejando víctimas mortales y heridos en áreas residenciales.
El componente técnico del ataque
El uso simultáneo de drones Shahed, misiles de crucero Kh-101 y misiles balísticos como el Iskander-M o el hipersónico Kinzhal revela la estrategia de Moscú de combinar saturación y precisión. Los Kinzhal, capaces de alcanzar velocidades superiores a Mach 10, representan un desafío particular para los sistemas de defensa aérea ucranianos y occidentales, al igual que la incorporación de drones señuelo diseñados para agotar la capacidad de respuesta de los radares.
El ataque ocurre en un contexto marcado por el fracaso de las recientes conversaciones entre Vladímir Putin y Donald Trump en Alaska, donde no se lograron avances hacia un acuerdo de paz. La ofensiva refuerza la percepción de que Moscú privilegia la presión militar sobre el diálogo diplomático. Desde Europa, líderes como Emmanuel Macron y el primer ministro británico Keir Starmer condenaron los ataques y advirtieron sobre la necesidad de nuevas sanciones, mientras Kiev insiste en acelerar la entrega de sistemas de defensa aérea avanzados.
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