El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, afirmó en Amán que discutir garantías de seguridad para Ucrania sin Moscú sería “un camino sin salida”. Además, calificó los esfuerzos europeos como una “escalada agresiva” y un intento torpe de influir en Donald Trump.

La idea genera rechazo en Kiev, que desconfía de que Pekín pueda actuar como garante imparcial.
Trump impulsa un posible encuentro entre Putin y Zelenski
La Casa Blanca sorprendió esta semana al anunciar que Trump había iniciado gestiones para una reunión entre Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, lo que representaría el primer encuentro entre ambos desde febrero de 2022.

Para Putin, la propuesta supone un dilema. Rechazarla podría tensar su relación con Washington, mientras que aceptarla elevaría a Zelenski a la condición de interlocutor legítimo, algo que el Kremlin ha evitado sistemáticamente. Moscú insiste en referirse al gobierno ucraniano como “régimen de Kiev” y niega que Zelenski tenga autoridad para firmar un acuerdo de paz.
Moscú evita compromisos concretos sobre una cumbre
Aunque Lavrov advirtió que cualquier contacto entre Putin y Zelenski debería gestionarse con extrema cautela, no descartó del todo la posibilidad de un encuentro. Países como el Vaticano, Suiza y Hungría ya se ofrecieron como anfitriones.

Analistas del Carnegie Rusia Eurasia consideran improbable que Putin acepte una reunión sin que Zelenski se someta a las condiciones maximalistas de Moscú, que incluyen la renuncia a la OTAN, desarme militar y neutralidad política. Voces cercanas al Kremlin sostienen que solo verían sentido en un encuentro si desemboca en la capitulación ucraniana.
Condiciones de Rusia y situación interna
El discurso oficial ruso insiste en que Estados Unidos empieza a “comprender las causas fundamentales” del conflicto, una expresión que Putin utiliza para aludir a sus demandas de desmilitarización y “desnazificación” de Ucrania.

Mientras tanto, Moscú enfrenta crecientes costos de la guerra. Fuentes consultadas por Reuters indicaron que el gobierno ruso prepara un aumento de impuestos y recortes de gasto en áreas no prioritarias con el fin de sostener el esfuerzo bélico y los altos niveles de inversión en defensa.
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