Irán ha iniciado extensos ejercicios militares en el Mar de Omán y el norte del Océano Índico, desplegando misiles y drones de corto, medio y largo alcance. La operación, que incorpora lecciones aprendidas de la reciente guerra con Israel, también ha despertado la atención del OIEA debido al creciente riesgo de una nueva escalada regional. Según el vicealmirante Abbas Hassani, las maniobras buscan fortalecer la capacidad defensiva y ofensiva del país, al tiempo que demuestran que Teherán está preparado para responder ante cualquier amenaza.
El nuevo arsenal iraní
Los ejercicios militares incluyen unidades navales, aéreas y submarinas, además de plataformas costeras y marítimas de lanzamiento de misiles. El vicealmirante Hassani confirmó que se probarán múltiples sistemas de drones y misiles de precisión, preparados para atacar objetivos en superficie y neutralizar amenazas aéreas. “Nuestros arsenales están llenos de todo tipo de armamento necesario para enfrentar cualquier escenario futuro”, declaró, subrayando que las maniobras incorporan estrategias defensivas y ofensivas derivadas de la reciente guerra de 12 días contra Israel.

Además de su componente técnico, las maniobras tienen un fuerte carácter simbólico. Teherán busca enviar un mensaje de disuasión a sus adversarios regionales e internacionales, incluido el OIEA, que ha intensificado su monitoreo tras los avances militares iraníes. La creación del nuevo Consejo de Defensa, subordinado al Consejo Supremo de Seguridad Nacional, evidencia la preparación del país para un eventual conflicto. Con las tensiones aún latentes tras el enfrentamiento con Israel, estas operaciones refuerzan la narrativa de que Irán está listo para defender su soberanía y responder ante cualquier amenaza.
El trasfondo histórico detrás de la tensión actual
Durante gran parte del siglo XX, Irán e Israel mantuvieron una estrecha cooperación estratégica. Tras la fundación de Israel en 1948, Irán se convirtió en uno de los primeros países en reconocerlo oficialmente. La relación prosperó bajo el mandato del Shah, con acuerdos en materia de energía, asistencia técnica y cooperación militar. Israel entrenó expertos agrícolas iraníes y ayudó a fortalecer sus fuerzas armadas, mientras Irán suministraba petróleo a cambio.
Además, el país albergaba a la segunda comunidad judía más grande fuera de Israel. Sin embargo, todo cambió con la Revolución Islámica de 1979, que llevó al poder al ayatolá Ruhollah Jomeini. El nuevo régimen rompió todos los vínculos con Israel, marcando el inicio de una enemistad ideológica basada en la defensa de la causa palestina y la oposición al Estado israelí. Desde entonces, la relación se deterioró progresivamente.

Irán ha respaldado a grupos como Hezbolá en Líbano, consolidando su influencia regional y posicionándose como uno de los principales rivales de Israel. Por su parte, Israel considera a Irán una amenaza existencial, especialmente por sus programas nucleares y su apoyo a milicias en toda la región. La retórica oficial iraní, encabezada actualmente por el ayatolá Ali Jamenei, ha mantenido un tono abiertamente hostil, negando incluso el Holocausto y reafirmando su rechazo a la existencia del Estado israelí. Sin embargo, dentro de Irán existen voces críticas que cuestionan esta política, alegando que ha contribuido a aislar al país internacionalmente.
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