Las recientes provocaciones en el Mar de China Meridional intensifican las tensiones entre EE.UU. y China, reconfigurando los equilibrios estratégicos en el Indo-Pacífico. El despliegue de buques estadounidenses no tripulados y las crecientes maniobras chinas evidencian una disputa por el control de rutas marítimas clave y recursos estratégicos. Este escenario eleva el riesgo de incidentes militares y presiona a los países de la región a redefinir sus alianzas en un contexto de competencia cada vez más abierta entre las dos principales potencias globales.
La carrera tecnológica y el uso de sistemas no tripulados (USV)
El incidente entre el dron autónomo Lightfish de la empresa estadounidense Seasats y el destructor chino Nanchang en aguas cercanas a Guam ilustra el creciente protagonismo de los sistemas no tripulados en la competencia estratégica global. Aunque el encuentro no derivó en confrontación, el hecho de que un USV de 250.000 dólares se acercara a pocos metros de un buque de guerra valorado en 900 millones con cerca de 100 tripulantes evidencia la asimetría de riesgos que enfrentan las potencias militares.

EE.UU. impulsa el desarrollo de vehículos autónomos de superficie para tareas de recolección de datos, vigilancia y operaciones marítimas, en paralelo con sus aliados en el Indo-Pacífico. Sin embargo, este despliegue desafía las normas de interacción naval y genera interrogantes sobre protocolos de seguridad, especialmente en zonas de alta densidad militar como el Mar de China Meridional y los corredores estratégicos cercanos a Guam.
El incidente también refuerza el debate sobre la vulnerabilidad de estos sistemas. Si bien el Lightfish transmitía su posición vía sistema de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés) para evitar incidentes, la creciente dependencia de plataformas no tripuladas eleva los riesgos de escaladas involuntarias, dado que los adversarios podrían interpretar su presencia como parte de operaciones de inteligencia o incluso ofensivas encubiertas.
Reconfiguración de la arquitectura de seguridad en el Indo-Pacífico
La proximidad entre el USV Lightfish y el destructor Nanchang no es un evento aislado, sino un reflejo de la competencia por el control de espacios marítimos y de la acelerada militarización tecnológica en el Indo-Pacífico. En paralelo, EE.UU., Australia y Japón consolidan su cooperación estratégica, integrando capacidades autónomas y sistemas de vigilancia avanzados en ejercicios conjuntos como Baltic Operations 2025 y maniobras bilaterales recientes en el Pacífico.

China, por su parte, considera estas incursiones parte de una política de contención estratégica y responde con un mayor despliegue de buques de guerra y avanzados sistemas de detección para vigilar activos no tripulados y limitar la presencia estadounidense en zonas que considera sensibles. El incidente cerca de Guam demuestra cómo las tecnologías autónomas están alterando los equilibrios de disuasión tradicionales, contemplando que reducen la necesidad de presencia humana directa, pero aumentan la probabilidad de errores de cálculo y tensiones no previstas.
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