La ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Anita Anand, advirtió que la guerra entre Rusia y Ucrania ha alterado de manera significativa el enfoque estratégico de Ottawa hacia el Ártico, obligando al país a reforzar la defensa de su soberanía en la región frente a una Rusia cada vez más activa en el extremo norte.
Durante un contacto con periodistas desde Helsinki, donde mantuvo reuniones con sus pares nórdicos, Anand subrayó que la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 no solo transformó las prioridades de la OTAN en Europa, sino que también empuja a la Alianza a mirar hacia el oeste y el norte, donde se encuentran los intereses estratégicos canadienses.

“Estamos viendo un incremento de la actividad en el Paso del Noroeste y la expansión de infraestructura militar rusa más allá del Círculo Polar Ártico. Canadá no dejará piedra sin mover para proteger y defender su soberanía”, afirmó la funcionaria.
Canadá y la nueva geopolítica del Ártico
El Ártico se ha convertido en un espacio de creciente competencia geopolítica, no solo por el deshielo que abre nuevas rutas marítimas estratégicas, sino también por la presencia de recursos minerales críticos. Para Anand, ya no resulta posible separar la economía de la seguridad, ya que la defensa nacional está estrechamente vinculada a la capacidad de proteger esos recursos.
El gobierno canadiense busca además consolidar apoyos internacionales para reforzar el respeto al derecho internacional y a la integridad territorial como principios fundamentales del orden global. “Nuestro rol es garantizar que el resto del mundo entienda la posición canadiense y la necesidad de proteger el sistema basado en normas”, señaló.

Canadá ausente en la mesa de Washington
Mientras Anand desplegaba gestiones en Europa, líderes europeos y el secretario general de la OTAN se reunían en la Casa Blanca con el presidente estadounidense Donald Trump y su par ucraniano Volodímir Zelenski para discutir un posible camino hacia la paz. El primer ministro canadiense, Mark Carney, no fue parte del encuentro, lo que generó críticas de especialistas en relaciones internacionales.
Fen Hampson, profesor de la Universidad de Carleton, calificó la ausencia como “conspicua”, recordando que Canadá ha aportado más asistencia a Ucrania —tanto en términos per cápita como absolutos— que países como Francia e Italia, cuyos jefes de gobierno sí estuvieron presentes.
El académico sugirió que la exclusión responde a la antipatía personal de Trump hacia Canadá. Advirtió, además, que un eventual retroceso de Washington en el apoyo a Kyiv obligaría a Ottawa a incrementar su contribución militar y financiera, lo que tendría consecuencias directas para la cohesión de la OTAN.

Riesgos para la seguridad euroatlántica
Los debates en Washington giraron en torno a la posibilidad de que Trump impulse un acuerdo territorial con Rusia, lo que, según expertos, podría socavar la integridad de las fronteras europeas y alentar nuevas agresiones de Moscú. Zelenski, en cambio, reiteró que cualquier arreglo debe incluir garantías de seguridad robustas y compromisos militares de los países más poderosos de la Alianza.
En este contexto, la postura canadiense de reforzar su presencia en el Ártico cobra aún mayor relevancia. Con Rusia consolidando bases militares en la región y China manifestando creciente interés en rutas y recursos árticos, Ottawa entiende que el norte ya no es un frente secundario, sino un escenario central de la seguridad global.
La propia Anand sintetizó esta visión: “El futuro de la seguridad canadiense depende de nuestra capacidad de proteger el Ártico, integrando economía, defensa y diplomacia en una estrategia única”.
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