El presidente Donald Trump afirmó que su homólogo chino, Xi Jinping, le aseguró personalmente que China no lanzaría una invasión de Taiwán mientras él estuviera en la Casa Blanca. La declaración, hecha en una entrevista televisiva antes de su encuentro con Vladímir Putin en Alaska, revive el debate sobre las tensiones en el Estrecho de Taiwán y el papel de Trump en la narrativa de estabilidad frente a la política exterior de Washington.
La palabra de Xi frente a la amenaza de invasión
Según el relato de Trump, al referirse sobre una potencial invasión a Taiwán, Xi le habría asegurado que “nunca lo haría mientras seas presidente”. Sin embargo, el magnate estadounidense también advirtió que Pekín tiene paciencia estratégica. La afirmación se enmarca en un contexto en el que el propio Departamento de Defensa de EE.UU. ha alertado sobre una amenaza inminente de acción militar china, con un horizonte fijado hacia 2027.

La aparente contradicción entre la confianza que Trump intenta transmitir y las advertencias de los organismos de seguridad alimenta el debate sobre la estabilidad en el Indo-Pacífico. El presidente ha buscado posicionarse como un líder capaz de frenar conflictos globales, comparando su relación con Xi Jinping con la que mantuvo con Vladímir Putin. En su narrativa, insiste en que la guerra en Ucrania no habría estallado bajo su mandato y ahora proyecta la misma dinámica hacia Asia, sugiriendo que su figura fue un factor de contención ante los planes de China.
EE.UU. redefine su relación con China
Más allá de las declaraciones de Trump, la relación bilateral ya se encuentra marcada oficialmente por la noción de “competencia estratégica”, según informó en febrero 2025 el sitio web de la embajada y consulados de EE.UU. en China. Washington busca detener lo que considera prácticas desleales de China, como subsidios estatales, uso de trabajo forzado y manipulación de organismos internacionales. También apunta a contener el avance tecnológico y militar de Pekín, reforzando su propia base industrial y protegiendo áreas sensibles.

En este marco, Taiwán es visto no solo como un punto de tensión regional, sino como un símbolo de esa competencia global. La isla se convierte en terreno clave donde se cruzan la disuasión militar, la política tecnológica y la lucha por la influencia internacional. Así, la promesa que Trump asegura haber recibido de Xi Jinping debe interpretarse dentro de un tablero más amplio; donde EE.UU. busca mantener su ventaja estratégica y limitar el margen de maniobra de Pekín, incluso más allá de la cuestión taiwanesa.
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