La guerra en Ucrania entraría en una fase decisiva que favorece a Rusia y fortalece la posición de Vladimir Putin, mientras Gran Bretaña se enfrenta a la necesidad urgente de redefinir su estrategia de defensa. Según algunos analistas citados por el medio británico The Telegraph, el conflicto está prácticamente perdido para Kiev y Europa debe aceptar que el desenlace será favorable a Moscú. Para Londres, esto significa prepararse para un nuevo ciclo de tensiones militares y políticas que podrían desembocar en una confrontación aún más amplia en el continente.
El fin del equilibrio en la guerra de Ucrania
El análisis del medio citado sostiene que el desenlace de la guerra en Ucrania está cada vez más claro: sin un aumento significativo del apoyo occidental, Kiev se encuentra en una posición insostenible frente a Rusia. El presidente Vladímir Putin se beneficia de un contexto geopolítico en el que EE.UU., bajo la administración Trump, busca un acercamiento pragmático con Moscú para contener a China, debilitando aún más las perspectivas de resistencia ucraniana. La consecuencia inmediata es que Rusia consolida sus ganancias territoriales y bloquea cualquier posibilidad real de que Ucrania ingrese en la OTAN.

Para Gran Bretaña, el panorama se tornaría cada vez más hostil. La derrota de Ucrania marcaría no solo un fracaso estratégico de Occidente, sino también el inicio de una nueva etapa de vulnerabilidad en Europa. Putin, envalentonado por sus avances, podría mirar hacia Moldavia o Georgia, mientras prepara escenarios de guerra híbrida dirigidos contra la propia sociedad británica. En este contexto, Londres enfrenta la disyuntiva de reforzar su poder terrestre o apostar por su fortaleza naval y aérea, en un esfuerzo por disuadir a Moscú de futuras agresiones.
La Defensa británica identifica a Rusia como el mayor desafío estratégico
La visión pesimista sobre la guerra en Ucrania en The Telegraph coincide con las evaluaciones oficiales de seguridad en Gran Bretaña. El Strategic Defence Review 2025 subraya que Rusia representa la amenaza más grave y directa para la seguridad europea, demostrando en Ucrania su disposición a usar la fuerza militar a gran escala con fines políticos. Este escenario obliga a Londres no solo a aceptar que Kiev difícilmente podrá revertir la situación en el campo de batalla, sino también a prepararse para un nuevo ciclo de confrontación con Moscú.

El informe británico enfatiza que la guerra en Ucrania no es un conflicto aislado, sino una advertencia del rumbo que puede tomar la política exterior rusa en los próximos años. A medida que Putin consolida logros territoriales y militares, se espera que Rusia reoriente su poder hacia otros escenarios europeos. En este contexto, el Reino Unido se ve forzado a reforzar tanto su cooperación dentro de la OTAN como sus capacidades nacionales, incluidas las disuasorias nucleares, para afrontar un entorno estratégico que se perfila como el más peligroso desde la Segunda Guerra Mundial.
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