En una semana decisiva para las negociaciones que podrían marcar el rumbo de la guerra, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski obtuvo el respaldo político de la Unión Europea y de la OTAN mientras busca asegurar un lugar en la cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin prevista para el 15 de agosto en Alaska. Sin embargo, sobre el terreno, la violencia no cesa: Rusia y Ucrania intercambiaron masivos ataques con drones, en una escalada que evidencia las tensiones militares a pesar de los esfuerzos diplomáticos.
Diplomacia al límite antes del encuentro en Alaska
La Casa Blanca confirmó que la reunión en Alaska será, por el momento, bilateral entre Trump y Putin, aunque no descartó la posibilidad de la participación de Zelenski. Kiev teme que ambos líderes intenten acordar condiciones para poner fin a la guerra de tres años y medio sin contar con la presencia ucraniana, lo que podría derivar en concesiones territoriales.

Trump sugirió que un eventual pacto podría implicar un “intercambio de territorios”, una propuesta que Zelenski rechazó de plano. “Ucrania no entregará su tierra al ocupante”, afirmó el mandatario, reiterando que cualquier acuerdo debe respetar la soberanía y las fronteras internacionales reconocidas.
La posición europea ha sido unánime: líderes de Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia, Finlandia y la Comisión Europea firmaron un comunicado conjunto advirtiendo que toda solución debe garantizar la seguridad de Ucrania y de Europa. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, fue categórico: “Ucrania decide su futuro y debe ser un Estado soberano con plena capacidad de elección geopolítica”.
Oleadas de drones en ambos frentes
En paralelo a las maniobras diplomáticas, la guerra aérea se intensificó. Según la Fuerza Aérea ucraniana, Rusia lanzó 100 drones durante la noche del domingo, de los cuales 70 fueron derribados. Treinta aparatos impactaron en doce localidades, causando daños e hiriendo a varios civiles.
Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso afirmó haber interceptado 126 drones ucranianos, mientras que autoridades regionales en Saratov reportaron la muerte de una persona y daños en una refinería de petróleo, blanco que Kiev reconoció como objetivo militar estratégico por su papel en el abastecimiento de las fuerzas rusas.

Este incremento forma parte de una tendencia: en lo que va de agosto, Moscú afirma haber derribado un promedio de 117 drones ucranianos por día, frente a los 97 diarios de julio. Kiev, en cambio, ha enfrentado un menor volumen de ataques que en el mes anterior, aunque julio marcó un récord con más de 6.400 proyectiles y drones lanzados por Rusia.
Temor a un acuerdo a espaldas de Kiev
Analistas políticos y militares advierten que, si Washington y Moscú alcanzan un acuerdo sin la presencia de Ucrania, el país se enfrentaría a la disyuntiva de aceptar un pacto percibido como humillante o continuar la guerra con un respaldo internacional incierto.

Putin exige que Kiev ceda formalmente las regiones de Luhansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia, además de comprometerse a no ingresar en la OTAN y limitar sus capacidades militares. Zelenski calificó esas condiciones como un intento de “partición de Ucrania” y reafirmó que cualquier paz debe ser “justa” y con el país presente en la mesa de negociación.
La reunión de Alaska será un momento de alto riesgo político y militar. Mientras la diplomacia busca abrir una ventana para la paz, la realidad en el campo de batalla refleja que ambas partes continúan apostando a la presión militar como herramienta de negociación.
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