En un contexto de crecientes tensiones geopolíticas en el noreste asiático, las armadas de Rusia y China han iniciado un nuevo capítulo en su cooperación militar con ejercicios navales conjuntos en el Mar de Japón. Las maniobras —denominadas Interacción Marítima 2025— involucran disparos de artillería, operaciones antisubmarinas, defensa aérea y simulacros de búsqueda y rescate en alta mar, según informó la Flota del Pacífico rusa y replicaron agencias como Interfax y Reuters.
Los ejercicios, que se extenderán hasta el martes, reúnen a una destacada fuerza combinada de ambas potencias, incluyendo el destructor antisubmarino ruso de clase Udaloy, la fragata clase Steregushchiy y un buque de desembarco de tanques clase Ropucha I, así como dos destructores chinos y un buque de rescate de submarinos proveniente de la República Popular China. También se confirmó la participación de submarinos diésel-eléctricos de ambos países, subrayando la capacidad operativa bajo el agua del contingente conjunto.

Si bien Moscú y Pekín afirman que las maniobras estaban programadas con antelación, su desarrollo coincide con un aumento de las fricciones con Estados Unidos y Japón. El 2 y 3 de agosto, el Ministerio de Defensa japonés confirmó el paso de las embarcaciones rusas por el estrecho de Soya, en dirección este, hacia la zona de ejercicios. Tokio ha elevado su nivel de alerta y mantiene operaciones de vigilancia e inteligencia activa, conforme a los informes publicados por el Estado Mayor Conjunto japonés.
Este despliegue ocurre apenas días después de que el presidente estadounidense Donald Trump ordenara el redespliegue de dos submarinos nucleares en “regiones apropiadas”, en respuesta a declaraciones del exmandatario ruso Dmitry Medvedev, quien advirtió sobre una posible escalada nuclear ante la persistencia del conflicto en Ucrania. Si bien los ejercicios sino-rusos no tienen relación oficial con esa decisión, su proximidad temporal ha generado inquietud en el seno de las alianzas regionales encabezadas por Washington.

La realización de estos ejercicios en el Mar de Japón —una zona históricamente sensible para Tokio— refuerza el mensaje de unidad estratégica entre Moscú y Pekín. Desde la firma de la asociación “sin límites” en 2022, días antes de la invasión rusa a Ucrania, ambos países han intensificado sus acciones conjuntas, desde vuelos estratégicos hasta entrenamientos navales, como parte de una política explícita de disuasión hacia Occidente.
Además de su valor simbólico, estas maniobras tienen una utilidad práctica concreta: mejorar la interoperabilidad de los sistemas de mando, refinar tácticas conjuntas y proyectar capacidad naval coordinada en una región clave para las rutas comerciales globales y la seguridad marítima asiática. Las acciones en curso también buscan consolidar una esfera de influencia paralela a la OTAN en el Indo-Pacífico, desafiando abiertamente el orden regional liderado por Estados Unidos y sus aliados.
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