Miles de simpatizantes del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se congregaron el 3 de agosto en más de veinte capitales, exigiendo amnistía para los acusados por el intento de golpe de Estado de enero de 2023, criticando al magistrado Alexandre de Moraes y al presidente Lula da Silva, y elogiando a Trump por los aranceles impuestos.

En este sentido, las actividades fueron convocadas para rechazar las medidas cautelares impuestas por el magistrado Alexander de Moraes, instructor del proceso que investiga a Bolsonaro por su presunta participación como líder del intento de golpe de Estado en enero de 2023. Todo en vísperas de que culmine el juicio.
Además, se vieron pancartas con frases como “Fuera Lula” y “Fuera de Alexandre de Moraes”, así como banderas de Estados Unidos que reflejaron el apoyo de los bolsonaristas a las sanciones del presidente estadounidense, Donald Trump, contra De Moraes, en defensa de Bolsonaro. Recientemente, en una escalada internacional, el Gobierno de Estados Unidos anunció un arancel del 50 % sobre productos brasileños y sancionó a Moraes bajo la Ley Magnitsky, congelándole sus activos y prohibiéndole realizar transacciones con ciudadanos estadounidenses.

Pero pese a la presión externa, el Tribunal Supremo Federal brasileño reafirmó su independencia y compromiso con el proceso judicial. El propio Moraes afirmó que el juicio continuará según el calendario, sin verse influenciado por sanciones internacionales. Esta postura fue respaldada públicamente por los ministros Barroso y Gilmar Mendes, destacando la defensa de la soberanía judicial brasileña.
Apoyo político a Bolsonaro
Durante los actos, el senador Flávio Bolsonaro, desde Río de Janeiro, afirmó que los manifestantes estaban “rescatando la libertad en el país”. También el senador Izalci Lucas Ferreira anunció una campaña legislativa para destituir a Moraes y promover la amnistía en el Congreso. Analistas sostienen que estas acciones parecen diseñadas para consolidar liderazgos y coagular respaldo político de cara a las elecciones de 2026.
Esto supone un desafío para las élites políticas de Brasil
Lo cierto es que el contexto institucional se agrava por la prohibición judicial que pesa sobre Bolsonaro, ya que está bajo arresto domiciliario parcial, debe portar tobillera electrónica, tiene vetado el uso de redes sociales y tiene restringido el contacto con diplomáticos. Estas limitaciones son parte de las medidas cautelares adoptadas por Moraes. A pesar de ello, un video viral mostró a Bolsonaro observando una de las manifestaciones desde su teléfono, lo que alimenta la narrativa de simpatizantes sobre su “presencia mediática”.

Esta movilización pro‑Bolsonaro supone también un desafío a las élites políticas tradicionales y marca un posicionamiento estratégico frente a las candidaturas que podrían competir en 2026. Mientras Lula consolida su liderazgo ante la opinión pública nacional como defensor de la soberanía judicial, Bolsonaro y sus aliados buscan reactivar una base de apoyo que pretende influir tanto en el Congreso como en el electorado en los próximos meses.
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