China aspira a mantener un papel estratégico equilibrado en el conflicto ucraniano: que apunta a proclamar respaldo a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, al mismo tiempo que evita confrontar abiertamente a Rusia, su socio político y comercial. El gigante asiático defendió principios como “no escalada, no expansión del conflicto y no intervención externa” en su visión para resolver la guerra, enfatizados por su diplomacia oficial como línea roja para evitar una crisis regional más amplia.

Aunque China presentara planes de paz —incluido el documento de 12 puntos de febrero de 2023— y expresara disposición a mediar, su estrategia combina neutralidad retórica con ambigüedad táctica. Ese plan fue criticado por no exigir el retiro total de Rusia, y varios líderes occidentales sospechan que busca consolidar un statu quo favorable a Moscú. El enfoque más reciente de Wang Yi también sugiere incluir no solo a Rusia y Ucrania, sino a países del Sur Global, amplificando el alcance diplomático de Beijing sin comprometerse profundamente con resoluciones firmes.
En este sentido, las recientes revelaciones de Reuters sobre componentes chinos, como los motores L550E para drones rusos, demuestran que China contribuye indirectamente al esfuerzo bélico de Rusia. Estos envíos fueron encubiertos bajo etiquetas falsas y permiten a Moscú aumentar significativamente su producción de drones para ataques en Ucrania. Estados Unidos y la Unión Europea exigieron un alto inmediato de estas prácticas y vinculan estas exportaciones a la prolongación del conflicto.

El conflicto fortaleció la alianza política y económica entre China y Rusia, consolidada bajo la narrativa del “eje multipolar”. Sin embargo, informes recientes señalan que esta alianza está marcada por desconfianzas mutuas y tensiones internas, derivadas de competencia estratégica y divergencias crecientes. Al mismo tiempo, China mantiene un rol comercial significativo con Ucrania, siendo uno de sus principales socios aún en tiempo de guerra, aunque Rusia continúa siendo la prioridad geopolítica.
Hasta ahora, analistas consideran que el imperativo central de China es preservar su margen de maniobra. El gigante asiático busca evitar sanciones y represalias, mantener sus relaciones comerciales y energéticas con Rusia, y al mismo tiempo minimizar el deterioro de sus relaciones con Europa. Sin embargo, su apoyo encubierto al aparato militar ruso y su retórica cauta erosionaron la credibilidad internacional de su neutralidad, limitando su capacidad para convertirse en un mediador efectivo.
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