En marzo de 2025, el gobierno de Estados Unidos realizó un ejercicio de simulación interna para ensayar cómo defender sus bases militares frente a ataques con drones en medio de la proliferación y la amenaza de Rusia y China. Organizado por la Oficina Conjunta de Sistemas de Aeronaves No Tripuladas Pequeñas (JCO) y el think tank RAND Corp., la sesión reveló que la defensa antidrones no puede recaer únicamente en las fuerzas armadas y que es necesario coordinar de forma efectiva con autoridades estatales, locales, tribales y territoriales para responder a ataques que podrían cruzar las fronteras institucionales de seguridad.

Solo tres meses más tarde, en junio de 2025, Ucrania ejecutó la Operación Spiderweb, una ofensiva en cinco bases aéreas rusas que destruyó o dañó entre 20 y 40 aviones estratégicos—incluidos bombarderos Tu‑95, Tu‑22 y A‑50—con un daño estimado de 7.000 millones de dólares. El ataque fue llevado a cabo con 117 drones FPV pequeños ocultos en cobertizos móviles transportados por camiones dentro del territorio ruso, y controlados en forma remota. Según altos mandos ucranianos, la operación requirió 18 meses de planeamiento y fue supervisada directamente por el presidente Volodímir Zelenski.
El ejercicio de marzo anticipó la necesidad de definir claramente responsabilidades legales y operacionales en caso de ataques de drones. Como señaló Paul Lushenko, profesor asistente en la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU., “estamos tratando de comprender las políticas y las autoridades que tenemos establecidas para evitar un escenario como la Operación Spiderweb”. Por su parte, Christopher Pernin, investigador de RAND, ejemplificó la complejidad: “¿Cómo puede saber el Pentágono si un dron volando sobre el Potomac estaba autorizado por la FAA? Tienen solo 67 segundos para averiguarlo”.

En este sentido, el wargame identificó tres situaciones clave que podrían activar la intervención del Comando Norte (NORTHCOM) de EE. UU.: incursiones simultáneas que excedan las defensas orgánicas militares, actividades en bases con misiones críticas y aquellas que erosionen la confianza pública en la seguridad institucional. Como parte de las soluciones prácticas, se evaluó el despliegue de “kits de vuelo” con sistemas antidrones móviles, incluidos interferidores GPS, armas de microondas y láser, desplegables rápidamente desde aviones comerciales.
China representa otra amenaza emergente, ya que su gran capacidad industrial y producción masiva de drones, así como su aprovechamiento de inteligencia artificial, podrían permitir desplegar enjambres de drones con efectos similares a los observados en Rusia. Iraq y China ya emplearon ataques con drones armados, lo que reforzó la urgencia de adquirir defensas integrales y combinar medidas activas y pasivas como refugios reforzados, camuflaje y dispersión de activos.
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