A solo horas del inicio de una nueva ronda de negociaciones entre Rusia y Ucrania prevista en Estambul, Moscú lanzó una ola de ataques aéreos con drones y misiles que dejó al menos 12 heridos y un saldo de destrucción en múltiples ciudades ucranianas, incluidas Odesa, Kramatorsk, Sloviansk y Sumy. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania calificó los hechos como “otra noche de terror ruso” y reclamó una respuesta internacional más contundente: “Sin acciones decisivas, los ataques a civiles continuarán”.
La nueva escalada ocurre mientras ambos países se preparan para un tercer intento de diálogo tras más de siete semanas sin avances. Según confirmó el presidente Volodímir Zelenski, la delegación ucraniana será encabezada por Rustem Umerov —exministro de Defensa y actual secretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional— quien lideró los encuentros anteriores celebrados en mayo y junio. Entre los puntos centrales de la agenda ucraniana figuran la restitución de prisioneros de guerra, el regreso de niños deportados por Rusia y la preparación de un eventual encuentro entre jefes de Estado.

Desde el Kremlin, sin embargo, las expectativas son moderadas. El vocero Dmitry Peskov advirtió que “no hay razones para esperar milagros”, alegando que las posiciones de ambas partes siguen siendo diametralmente opuestas. Moscú insiste en que Ucrania reconozca la anexión de cuatro regiones ocupadas y descarta un alto el fuego sin “condiciones estructurales previas”.
Mientras tanto, el campo de batalla se mantiene activo y letal. Durante la noche del lunes, 42 drones rusos impactaron distintos objetivos en el este y sur de Ucrania. En Kyiv, un ataque provocó incendios en edificios residenciales, estaciones de metro, guarderías y puestos callejeros. Las imágenes de la destrucción alimentan la presión internacional sobre Rusia, con nuevos cuestionamientos desde la Unión Europea por el ataque sistemático a civiles.
Patriot para contener la ofensiva rusa
En paralelo a los esfuerzos diplomáticos, Ucrania refuerza su capacidad defensiva aérea con la confirmación del envío de cinco sistemas Patriot por parte de Estados Unidos y Alemania. El anuncio, realizado por el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, durante la reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, responde al aumento en el uso de misiles balísticos por parte de Rusia, cuya intercepción solo es posible mediante este tipo de tecnología de alta gama.

Según explicó Pistorius, dos de los sistemas serán financiados por Alemania, mientras que Noruega se comprometió a costear uno adicional. Los restantes serán provistos en el marco de un esquema de redistribución liderado por la OTAN, en sintonía con la decisión del presidente Donald Trump de reanudar el envío de armamento avanzado tras una pausa momentánea en los suministros desde el Pentágono.
Actualmente, Ucrania cuenta con al menos siete baterías Patriot —tres enviadas por Washington, tres por Berlín y una proveniente de una coalición europea— aunque no todas se encuentran operativas de forma continua debido a tareas de mantenimiento. La entrega de nuevos sistemas se torna crítica frente a la ofensiva de verano desplegada por Rusia, caracterizada por bombardeos nocturnos masivos con armamento guiado.
Una paz aún lejana
Pese a los esfuerzos diplomáticos y el renovado apoyo militar occidental, las perspectivas de alcanzar un alto el fuego inmediato siguen siendo escasas. La postura rusa continúa endurecida y la negativa de Vladímir Putin a reconocer la legitimidad del mandato de Zelenski —al que acusa de gobernar bajo ley marcial sin elecciones— agrega un obstáculo adicional al diálogo directo entre líderes.

Desde Ucrania, en tanto, se insiste en que la única vía aceptable para la paz es el restablecimiento de la integridad territorial y la rendición de cuentas por los crímenes cometidos durante la guerra. En este marco, la presión internacional podría jugar un papel crucial: tanto Francia como Noruega y Alemania se manifestaron a favor de aumentar las sanciones si Moscú continúa dilatando las negociaciones.
La combinación de ataques intensificados, refuerzos militares y frágiles gestos diplomáticos configura un escenario de alta tensión. La posibilidad de un acuerdo de paz efectivo parece aún lejana, pero los próximos días podrían ser clave para redefinir el rumbo del conflicto.
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