En una entrevista con la agencia estatal RIA Novosti publicada recientemente, el embajador de Rusia en Dinamarca, Vladimir Barbin, ha advertido de “medidas militares y técnicas” en Groenlandia si estalla un conflicto armado en el territorio. Los comentarios intensifican la retórica de tensiones sobre Groenlandia, que ya se encuentra en el centro de disputas geoestratégicas entre potencias árticas.

La declaración del embajador no solo refleja el endurecimiento del discurso ruso en Europa del Norte, sino que también anticipa una escalada de riesgos en un territorio considerado cada vez más crítico para el equilibrio regional en el Ártico. En Groenlandia son cada vez más frecuentes las maniobras de posicionamiento militar, así como también la presión diplomática en torno a sus recursos naturales y ubicación estratégica.
Advertencia diplomática y militar desde Moscú
Barbin afirmó que cualquier confrontación sobre la isla ártica “socavaría aún más la seguridad regional”, y que Moscú “respondería adecuadamente” a las amenazas cerca de su flanco polar. Asimismo, señaló las crecientes tensiones sobre los intereses de Estados Unidos y la OTAN en Groenlandia, afirmando que Dinamarca estaba considerando la construcción de una base militar en la isla para protegerse tanto de las amenazas percibidas de Rusia como de las ambiciones persistentes de Trump de comprarla por completo.

“En respuesta, Rusia se vería obligada a tomar las medidas militares y técnicas apropiadas para hacer frente adecuadamente a las amenazas emergentes”, declaró el diplomático, aunque sin ofrecer detalles concretos. Sin embargo, para Barbin sería “imposible” mantener conversaciones significativas sobre la seguridad en Groenlandia con las autoridades danesas, siempre y cuando persistan las tensiones por la guerra en Ucrania.
Groenlandia: el epicentro de las fricciones geopolíticas
El escenario tanto en Groenlandia como en el Ártico es cada vez más complicado. Principalmente porque el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha llamado al intento de la OTAN de convertir al continente blanco en un “trampolín para posibles conflictos”. Pero estas acusaciones refuerzan la narrativa de que el Ártico no es sólo una zona de disputa territorial y recursos energéticos, sino que también forma parte de un tablero estratégico donde convergen intereses militares, ambientales y geopolíticos.

Pese a que Groenlandia es un territorio autónomo de Dinamarca, miembro de la OTAN y de la UE, las reivindicación territoriales y de control aumentan día a día. Por ejemplo, las declaraciones de Putin apuntan a condicionar la presencia occidental en la región, anticipando un endurecimiento de la postura rusa frente a cualquier maniobra que perciba como provocación o intento de acercamiento.
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