En una de las mayores demostraciones de preparación militar y civil de su historia reciente, Taiwán llevó adelante esta semana un ejercicio de defensa a gran escala que combinó maniobras militares urbanas y evacuaciones masivas de civiles, con el objetivo de simular una eventual invasión por parte de China continental. El ejercicio Han Kuang 41, impulsado por el Ministerio de Defensa Nacional, refleja la creciente percepción de amenaza que pesa sobre la isla ante las ambiciones del régimen de Beijing.
Tal como expuso Zona Militar, uno de los momentos más destacados del ejercicio fue la utilización de la red de subterráneo de Taipéi por parte del Ejército y la Policía Militar para transportar tropas y equipamiento. Esta estrategia de movilidad encubierta se llevó a cabo entre las estaciones Templo Shandao y Templo Longshan durante la madrugada, cuando el metro se encontraba cerrado al público, y se enmarca dentro de una doctrina de defensa urbana que privilegia el camuflaje y la resiliencia estructural ante ataques misilísticos.

Las tropas, escoltadas por efectivos fuertemente armados con misiles portátiles Stinger, lanzagranadas, ametralladoras y cohetes antitanque, se desplazaron en trenes comunes y en vagones de mantenimiento amarillos, simulando un despliegue rápido en un entorno urbano denso. Esta maniobra representa un salto cualitativo en el enfoque estratégico de Taiwán, integrando capacidades civiles y militares dentro de un mismo dispositivo de defensa territorial.
Simulacro civil a escala nacional
El 17 de julio, la capital taiwanesa experimentó una parálisis controlada: a las 13:30 horas, las sirenas de ataque aéreo sonaron en toda Taipéi, obligando a ciudadanos, vehículos y servicios públicos a detenerse por completo durante media hora. Miles de personas buscaron refugio en estaciones de metro, subsuelos de edificios, estacionamientos y comercios. La escena, aunque organizada y pacífica, buscó generar una familiarización masiva con las rutas de evacuación en caso de un ataque real.

Esta movilización formó parte del programa de defensa civil más ambicioso hasta la fecha, con simulacros que incluyeron desde distribución de ayuda humanitaria hasta respuestas a eventos con múltiples víctimas. Incluso en supermercados y oficinas, los ciudadanos se vieron inmersos en recreaciones de ataques con misiles, lo que refuerza el mensaje gubernamental de que la guerra moderna no solo se libra en los frentes, sino también en la vida cotidiana.
Según un informe de Reuters, en las últimas 24 horas antes del simulacro, 58 aeronaves militares chinas, incluidas cazas de combate, fueron detectadas cerca de la isla, con 45 de ellas cruzando la línea media del estrecho de Taiwán. Este tipo de acoso aéreo, catalogado como táctica de “zona gris”, forma parte del repertorio chino para desgastar la moral y la preparación taiwanesa sin declarar formalmente una guerra.
Infraestructura dual y resistencia urbana
Más allá del aspecto simbólico, las estaciones subterráneas de Taipéi podrían convertirse en activos estratégicos en caso de conflicto: centros de comando, hospitales de campaña o refugios antiaéreos. La integración de misiles antiaéreos portátiles dentro del MRT (Mass Rapid Transit) agrega una capa defensiva en los posibles puntos de entrada de tropas enemigas, ofreciendo al mismo tiempo cobertura y movilidad rápida.

Sin embargo, esta lógica de militarización de espacios civiles presenta riesgos. Muchas estaciones del metro se encuentran próximas a hospitales, escuelas y zonas residenciales, lo que podría convertirlas en objetivos militares en caso de ataque, incrementando la amenaza sobre la población civil.
Entre la disuasión y la pedagogía
El ejercicio Han Kuang 41, que este año se extendió por diez días y movilizó a más de 22.000 efectivos, representa un intento claro del gobierno del presidente Lai Ching-te de enviar señales tanto hacia adentro como hacia afuera. Internamente, busca educar y concientizar a la ciudadanía sobre el rol que podría desempeñar ante un escenario bélico. Externamente, apunta a mostrar a sus aliados —particularmente a Estados Unidos— que la isla está comprometida con su propia defensa y que cualquier agresión implicará un costo militar significativo.
En ese sentido, expertos como Kitsch Liao, del Atlantic Council, han subrayado que estas maniobras no solo tienen valor operativo, sino también pedagógico: “Es tanto un entrenamiento como un proceso de adaptación de la población taiwanesa a la realidad de la guerra moderna”.
Pese al escepticismo de parte de la población —según una encuesta del INDSR, más del 60% de los taiwaneses considera poco probable una invasión china en los próximos cinco años—, el gobierno insiste en la importancia de mantenerse alerta. La reacción del Ministerio de Defensa chino fue previsible: calificó los ejercicios como “pura provocación” y reiteró que cualquier intento de independencia es una “vía muerta”.
Te puede interesar: Le exigen a Estados Unidos retirar los instructores militares de Taiwán
Te puede interesar este contenido en Zona Militar: Las Fuerzas Armadas de Taiwán podrían emplear la red de subterráneo de Taipéi para transportar tropas y equipamiento en caso de una eventual invasión china













