Un presunto fraude ganadero de gran escala estremece a Uruguay, donde miles de personas habrían perdido sus ahorros tras invertir en empresas que ofrecían rendimientos fijos del 7% al 11% anual por la compra y engorde de ganado. Según la Fiscalía uruguaya, lo que parecía un negocio agropecuario sólido escondía, en realidad, un esquema de tipo piramidal que se sostenía con dinero de nuevos inversionistas y, en algunos casos, con registros de vacas “falsas” que jamás existieron.

En la práctica, las autoridades alegan que muchas de esas vacas eran ficticias y que los retornos prometidos se pagaban con dinero nuevo, no con rentabilidad real.
El caso Conexión Ganadera y el agujero millonario
Conexión Ganadera, la empresa más grande del grupo investigado y operativa desde 1999, enfrenta denuncias por deudas a más de 4.000 inversionistas y un déficit financiero de aproximadamente 250 millones de dólares. La magnitud del daño económico empieza a reflejarse en cifras alarmantes: tan solo un estudio jurídico, Dotta & Esponda, representa a 423 damnificados que habrían perdido cerca de 47 millones de dólares en conjunto.

Un contador contratado por la firma para auditar la situación confesó a los inversionistas en videoconferencia que la empresa habría operado legítimamente en sus inicios, pero terminó transformándose en un fraude financiero con severas irregularidades contables.
Según la investigación, parte del problema fue la clasificación legal de las firmas como agroempresas, lo que les permitió eludir la supervisión bancaria tradicional. El sistema nacional de identificación ganadera también habría sido vulnerado: algunas empresas habrían registrado animales inexistentes sin verificación efectiva por parte de las autoridades.
Impacto económico y consecuencias para el sector
Las consecuencias del escándalo ya se sienten más allá del plano judicial. Un frigorífico vinculado a Conexión Ganadera despidió a más de 300 trabajadores luego de que los productores dejaran de enviar ganado al descubrirse una deuda de 25 millones de dólares.

El ministro de Ganadería, Alfredo Fratti, y el presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo, Ángel Urraburu, advirtieron sobre el riesgo de que el caso genere una pérdida generalizada de confianza en las empresas uruguayas. “Va a llevar mucho tiempo que inversores uruguayos vuelvan a colocar dinero en Uruguay por falta de confianza”, reconoció Esponda.
Una estafa sin violencia, pero devastadora
A diferencia del crimen organizado tradicional, este esquema presuntamente delictivo operó sin violencia, sin armas ni intimidaciones. Pero los daños fueron igual de profundos. El caso revela cómo el crimen de cuello blanco puede permanecer oculto durante años, generando daños financieros masivos sin despertar alertas inmediatas.

Aunque este escándalo golpea con fuerza a Uruguay, no es un caso aislado. Situaciones similares se han documentado en Colombia, Paraguay y México, donde miles de personas aún esperan justicia y compensación, incluso 15 años después. Lo ocurrido con las “vacas fantasma” deja en evidencia una amenaza regional, que cuando las estafas vienen disfrazadas de progreso rural y promesas rentables, nadie está completamente a salvo.
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