el Estado Mayor Conjunto de Japón confirmó el despliegue de cazas F‑15J de la Fuerza de Autodefensa Aérea para interceptar una posible incursión sobre el Mar de China Oriental y el océano Pacífico. El operativo se realizó ayer en forma preventiva tras detectar indicios de violación de su zona de identificación de defensa aérea (ADIZ), poniendo en alerta máxima las defensas nacionales.
El Estado Mayor, entidad rector de las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas niponas, enfatizó que esta movilización se enmarca en su misión continua de vigilancia aérea, antiaérea, misiones fuera del territorio nacional —como operaciones antipiratería—, respuesta ante desastres y ejercicios de preparación frente a un entorno estratégico cada vez más complejo.

Contexto regional: tensiones crecientes
Tokio ha señalado que China intensifica su presión militar alrededor de sus fronteras marítimas y aéreas, incluyendo maniobras frecuentes con aviones de inteligencia como los JH‑7 y Y‑9, que operan peligrosamente cerca de aeronaves japonesas. De hecho, un JH‑7 se aproximó a menos de 30 metros de un avión de inteligencia YS‑11EB japonés sobre el Mar de China Oriental, lo que llevó a Tokio a presentar formalmente sus quejas al embajador chino.

Asimismo, el reciente Informe Anual de Defensa 2025 del Ministerio de Defensa japonés advirtió que la escalada militar china —especialmente su actividad en el suroeste y el Pacífico— representa el desafío estratégico más serio para Japón desde la Segunda Guerra Mundial. El reporte también alertó sobre las crecientes operaciones navales en la región, incluida la coordinación con Rusia y los actos intimidatorios que afectan las zonas de soberanía japonesa.
Implicancias estratégicas y diplomáticas
El incremento de las interceptaciones —más de 700 vuelos de alerta solo en 2024, principalmente contra aviones chinos— evidencia una dinámica militar que impulsa a Japón a mejorar sus capacidades defensivas y fortalecer la cooperación con EE. UU., Corea del Sur y Filipinas. El gobierno de Tokio ha acelerado la instalación de misiles de crucero en islas del archipiélago suroeste y modernizado sus flotas aéreas con F‑35A y sistemas de alerta temprana.
En el plano diplomático, Japón mantuvo una línea firme: protestas formales ante Beijing, llamados a frenar las maniobras peligrosas y a seguir los canales establecidos para evitar incidentes, mientras China insiste en que sus acciones son legítimas aunque acusa un sesgo japonés.
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