En una conversación privada que tuvo lugar el pasado 4 de julio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le preguntó directamente a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, si las Fuerzas Armadas de Ucrania podrían alcanzar Moscú con misiles de largo alcance provistos por Washington. La información, difundida por medios estadounidenses y fuentes diplomáticas europeas, representa un giro notorio en la retórica del líder republicano, que en su campaña había prometido terminar la guerra “en un día” y limitar la implicación militar de Estados Unidos en conflictos exteriores.
Según las fuentes consultadas por el Financial Times, Trump presionó a Zelenski durante la llamada: “Volodímir, ¿podés alcanzar Moscú? ¿Podés golpear San Petersburgo también?”, a lo que el presidente ucraniano respondió: “Absolutamente. Podemos si nos dan las armas”. La propuesta habría sido planteada tras una frustrada comunicación de Trump con Vladímir Putin, calificada por el propio mandatario estadounidense como una “mala llamada”.

Cambio de estrategia en Washington
El pedido de Trump ocurre en paralelo a un endurecimiento de la postura estadounidense frente al Kremlin. En los días posteriores al diálogo con Zelenski, el gobierno norteamericano compartió con Ucrania una lista de posibles sistemas de misiles de largo alcance que podrían ser transferidos de forma indirecta, mediante aliados europeos, para evitar la aprobación explícita del Congreso.

Entre los armamentos discutidos figura el misil de crucero Tomahawk, con un alcance de hasta 1.600 km, y una nueva versión del sistema ATACMS, hasta ahora limitado a impactos dentro de los territorios ocupados por Rusia. Si bien aún no se ha confirmado la entrega directa de este armamento, funcionarios estadounidenses indicaron que la estrategia apunta a “hacer sentir el dolor” al Kremlin para forzarlo a negociar un alto el fuego.
Riesgos de escalada y doctrina nuclear rusa
Este nuevo enfoque de la Casa Blanca reaviva el temor a una escalada directa entre Rusia y Occidente. Desde noviembre pasado, Ucrania ha utilizado misiles ATACMS para atacar instalaciones militares en suelo ruso, lo que motivó a Moscú a testear el misil Oreshnik y actualizar su doctrina nuclear. En este marco, el gobierno de Putin amenazó con una posible represalia nuclear contra Estados Unidos, Reino Unido o Francia en caso de que continúen los ataques a territorio ruso con armamento occidental.
Trump, sin embargo, parece dispuesto a correr el riesgo. Durante una reunión reciente con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, confirmó la entrega de sistemas de defensa aérea Patriot a Kiev y expresó su “decepción” con Putin por la falta de avances hacia la paz. Por ahora, la política de “ambigüedad estratégica” sigue en pie, mientras Ucrania continúa utilizando drones de largo alcance de fabricación nacional para atacar activos militares en la retaguardia rusa.

Tensión creciente entre Trump y Putin
La ruptura del vínculo personal entre Trump y Putin marca una nueva fase del conflicto. Mientras en su primera presidencia Trump se mostró conciliador con el Kremlin, ahora adopta una retórica mucho más agresiva. “Estoy muy decepcionado con Putin. Pensé que ya tendríamos un acuerdo hace dos meses”, declaró esta semana. Paralelamente, el exmandatario ruso Dmitri Medvédev desestimó las amenazas de Trump como “teatro”.
Esta escalada verbal se da en un contexto en el que Ucrania busca desesperadamente mantener el flujo de ayuda militar occidental, ante el creciente agotamiento de sus líneas defensivas y el temor a una ofensiva rusa de gran envergadura durante el segundo semestre del año.
Te puede interesar: Corea del Norte reafirma su apoyo total a Rusia en la guerra contra Ucrania












