El conflicto entre Ucrania y Rusia está revelando un nuevo paradigma en la forma de concebir la guerra moderna. Frente a la superioridad numérica y la capacidad industrial de Rusia, Ucrania ha optado por una transformación estructural de su sector de defensa, apostando por soluciones tecnológicas, flexibilidad operativa y producción nacional a gran escala. Este enfoque, nacido de la urgencia, está captando la atención de los principales ejércitos occidentales.

Bryan Clark, investigador del Hudson Institute, sostiene que la capacidad ucraniana para escalar la producción de drones y adaptarlos a las necesidades del campo de batalla representa un modelo emergente, que ya comienza a ser replicado por la industria militar estadounidense.
Un elemento central de esta transformación es el vínculo directo entre empresas emergentes y soldados en el terreno. Este circuito de retroalimentación constante permite adaptar, probar y desplegar nuevas tecnologías en cuestión de semanas. Emily Harding, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, destaca que esta interacción ha revolucionado los procesos tradicionales de adquisición militar, usualmente burocráticos y lentos.
De receptor de ayuda a pilar de la defensa europea
La transición hacia una industria de defensa autónoma es notable. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha afirmado que el 40% del armamento utilizado por sus fuerzas proviene ya de fuentes nacionales. En este contexto, empresas como TenCore, fundada en 2024 con apenas cinco empleados, ilustran el fenómeno: hoy cuenta con 175 trabajadores, ha entregado más de 2.000 sistemas de combate y proyecta ingresos por 80 millones de dólares.
Doug Klain, del Consejo Atlántico, considera que Ucrania no solo resiste la agresión rusa, sino que marca el camino en materia de defensa europea.

Esta evolución ha captado la atención de analistas como Lauren Speranza, del Centro de Análisis de Políticas Europeas, quien señala que la experiencia ucraniana ha redefinido el rol de los sistemas autónomos en el combate moderno. Michael O’Hanlon, del Brookings Institution, subraya que Ucrania ha logrado sustituir parcialmente la artillería tradicional por enjambres de drones, un cambio táctico que podría influir en futuros enfrentamientos cuerpo a cuerpo.
Límites presupuestarios y un nuevo rol estratégico
No obstante, la capacidad de Ucrania para escalar su producción sigue condicionada por factores económicos. Con un presupuesto de defensa de 12.000 millones de dólares, el país sólo estaría explotando un tercio de su potencial industrial.

La experiencia ucraniana ofrece, así, lecciones clave para redefinir la arquitectura de seguridad en Europa. A medida que Occidente intenta revitalizar su industria militar, Ucrania deja de ser un simple receptor de ayuda para posicionarse como un actor estratégico y un laboratorio viviente de la guerra del siglo XXI.
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