Más de 500.000 afganos fueron desplazados de Irán en menos de tres semanas tras el fin del conflicto de 12 días entre Irán e Israel, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Este flujo masivo de repatriaciones forzadas suscitó la alarma internacional por la magnitud del desplazamiento y las condiciones en que se lleva a cabo. El pico se registró el 5 de julio, con 51.000 personas cruzando la frontera en un solo día.

En este sentido, la ola de deportaciones se intensificó desde que medios estatales iraníes difundieron acusaciones no verificadas de que ciudadanos afganos estaban espiando para Israel. Aunque no se presentaron pruebas concretas, estas denuncias sirvieron como pretexto para acelerar un programa de expulsión anunciado en marzo por Teherán, que desde hace tiempo busca reducir la población migrante indocumentada dentro de sus fronteras.
Afganos denuncian condiciones extremas y detenciones arbitrarias
A esto se agrega que las condiciones en la frontera afgana son extremas. Mihyung Park, jefa de misión de la OIM, declaró a CNN que miles de personas, incluidos cientos de menores no acompañados, se encuentran expuestos al calor abrasador en centros de recepción desbordados. El cruce de Islam Qala, en Herat, muestra filas de migrantes esperando horas para ser procesados o transportados, muchos de ellos tras años de vida precaria en Irán.

El relator especial de la ONU para Afganistán, Richard Bennett, denunció que hay cientos de afganos y miembros de minorías detenidos en Irán bajo cargos infundados de espionaje. A través de la red social X, advirtió sobre el uso de lenguaje deshumanizante en los medios estatales iraníes que etiquetan a estas comunidades como traidoras. Mientras que, por su parte, la vocera del gobierno iraní, Fatemeh Mohajerani, justificó las deportaciones afirmando: “La seguridad nacional es una prioridad y los ciudadanos ilegales deben regresar”.
Irán utiliza esta situación para afrontar una crisis política interna
El trasfondo de esta crisis migratoria sugiere que Irán está utilizando a los afganos como chivo expiatorio en un contexto de tensión política interna y conflicto regional. La expulsión masiva, basada en acusaciones sin evidencia concreta, pone en riesgo los derechos humanos de una población vulnerable que, en muchos casos, no tiene otra alternativa que regresar a un país gobernado por los talibanes, donde las condiciones de vida son extremadamente difíciles, especialmente para las mujeres y los niños.
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