La retórica de China sobre Taiwán volvió a escalar recientemente, luego de que un vocero del gobierno de Pekín afirmara que “no se puede invadir lo que ya es suyo”. La declaración generó una fuerte respuesta desde Taipéi, donde autoridades reafirmaron la soberanía de la isla y rechazaron los intentos del régimen chino de imponer su narrativa histórica. El cruce marca un nuevo capítulo en las tensiones geopolíticas entre China y Taiwán, con implicancias regionales y globales.
Nuevo cruce verbal entre China y Taiwán por el estatus territorial de la isla
El Ministerio de Defensa de Taiwán calificó las afirmaciones del portavoz chino como “completamente absurdas” y denunció que forman parte de una estrategia de propaganda para justificar una posible agresión militar. Además, advirtieron que el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha intensificado sus maniobras alrededor del espacio aéreo y marítimo de la isla, en lo que describen como una campaña de intimidación constante.

Este cruce verbal no es casual. Tiene lugar en un contexto de creciente presión diplomática y militar por parte de China, que ha incrementado la frecuencia de sus ejercicios en el Estrecho de Taiwán, al tiempo que acusa a Washington y sus aliados de fomentar la “independencia” de la isla. Las autoridades taiwanesas, por su parte, insisten en que su estatus debe decidirse democráticamente por su población y rechazan cualquier intento de imposición externa.
Taiwán refuerza su defensa civil ante amenazas del EPL
En respuesta a la creciente retórica agresiva y las incursiones militares de China, Taiwán ha decidido expandir y modernizar su ejercicio militar anual Han Kuang, incorporando por primera vez simulacros de defensa civil a gran escala. El Ministerio de Defensa anunció que este año se duplicará la duración del ejercicio e incluirá la mayor movilización de reservistas en la historia reciente, junto con evacuaciones simuladas, primeros auxilios y protección de infraestructura crítica. Las autoridades también presentaron nuevas directrices de respuesta ante ataques aéreos, inspiradas en experiencias recientes de Ucrania e Israel.

El gobierno taiwanés complementó estas medidas con una campaña nacional para fortalecer la moral y la unidad social. El presidente Lai designó julio como el “Mes de la Unidad Nacional” e inició una gira por todo el país para reforzar la cohesión frente a las amenazas del Partido Comunista Chino. Las autoridades en Pekín reaccionaron con hostilidad, tildando a Lai de “traficante de guerra” y “perturbador verídico”, en un intento por deslegitimar su liderazgo.
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