La ofensiva con ataques aéreos que Israel lanzó contra instalaciones nucleares iraníes, incluyendo el centro de enriquecimiento en Natanz, desató un nuevo debate global sobre los límites del derecho internacional y el principio de legítima defensa. Si bien Israel justifica su accionar como una medida preventiva para frenar el programa nuclear iraní, juristas y diplomáticos advierten que la operación podría violar la Carta de la ONU y establecer un precedente peligroso.
El dilema jurídico de la autodefensa anticipada
A raíz del ataque israelí, el debate gira en torno al Artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, que permite el uso de la fuerza en legítima defensa solo si ocurre un “ataque armado”. Israel, al igual que Estados Unidos en casos pasados, ha argumentado una interpretación más amplia del derecho a la autodefensa, sosteniendo que no es necesario esperar a que el ataque sea inminente si la amenaza es suficientemente seria.

Sin embargo, esta doctrina de autodefensa anticipada ha sido altamente controvertida en el derecho internacional. La mayoría de los juristas sostienen que acciones como el bombardeo a Natanz no cumplen con los criterios de inmediatez y necesidad exigidos por la ley internacional. De hecho, incluso aliados cercanos a Israel, como Alemania y Francia, han expresado su preocupación por las posibles implicancias de esta operación para la arquitectura legal internacional.
Implicancias para la estabilidad regional y la legalidad internacional
El ataque generó temores de una escalada mayor en Medio Oriente, pero también ha puesto en riesgo la credibilidad del sistema multilateral. Si bien algunos países han justificado la acción como una respuesta a los incumplimientos del Tratado de No Proliferación (TNP) por parte de Irán, expertos advierten que permitir este tipo de ataques sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU socava el principio de soberanía estatal y promueve la unilateralidad.

Además, la falta de una condena clara por parte de organismos internacionales como la ONU o la OIEA podría alentar a otros países a adoptar una política exterior más agresiva, argumentando “prevención” como justificación”. Dadas estas circunstancias, es válido plantearse si el derecho internacional, como actualmente lo conocemos, puede continuar vigente un mundo en el que las potencias actúan unilateralmente sin consecuencias claras.
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