Altos funcionarios del Ejército de Estados Unidos confirmaron recientemente que la fuerza está implementando una de las transformaciones más ambiciosas desde el fin de la Guerra Fría: reducir el uso de helicópteros tripulados para sustituir esas capacidades con drones (vehículos aéreos no tripulados). El objetivo central recae en modernizar la fuerza, reducir costos y aumentar su letalidad en escenarios de combate futuros.

Según declaraciones del Secretario del Ejército, Daniel Driscoll, y del General James Rainey, la meta es revertir el actual equilibrio entre aeronaves tripuladas y no tripuladas. En la actualidad, el 90% de las aeronaves del Ejército son tripuladas, pero el plan es que esa proporción cambie en los próximos años.
Más drones, menos helicópteros de ataque
En línea con una directiva del Secretario de Defensa, Pete Hegseth, el Ejército se prepara para reducir las flotas de helicópteros Apache AH-64D y sustituirlas por enjambres de drones de combate. El memorando emitido por Hegseth a comienzos de año señala que esta renovación implicará una inversión de 36.000 millones de dólares durante los próximos cinco años.

Los cambios se sustentan en la necesidad de construir una fuerza más letal, ágil y preparada para la guerra del futuro. Por ende, cada división del Ejército contará con hasta 1.000 drones en los próximos dos años, reflejando la “agresividad” con la que se están persiguiendo estos objetivos.
¿Por qué drones?
Driscoll mencionó que este gran cambio, junto con otros identificados en el memorando de Hegseth, ya está en marcha. Principalmente, porque es crucial para Estados Unidos examinar qué sistemas ya no tienen sentido en el contexto de la visión del Ejército para su futuro y cuáles serán los sistemas que los sustituirán.
Entre algunas ventajas estratégicas y operativas que plantea el uso de drones, se encuentra la reducción de costos y mantenimiento. Driscoll, por ejemplo, planteaba que el helicóptero Apache AH-64D tiene un costo operativo de aproximadamente 10.000 dólares por hora de vuelo, casi el doble que la versión más nueva (Echo). Los drones, en cambio, ofrecen capacidades de combate y reconocimiento por mucho menos presupuesto.

Otra ventaja recae en que los drones ofrecen una mejor preparación ante amenazas futuras. Los altos mandos consideran que muchos sistemas actuales son obsoletos frente a desafíos actuales, como la modernización militar de China, pero que los drones permiten disuadir o superar a una fuerza adversaria de manera más flexible y eficaz.
A estas visiones se le suma otro factor ampliamente importante: el uso de drones en la guerra en Ucrania ha demostrado su valor táctico, desde misiones de inteligencia hasta ataques directos. Estados Unidos ha observado con detenimiento cómo los operadores ucranianos integran tecnología de fibra óptica e inteligencia artificial para sortear medidas de guerra electrónica, un modelo a replicar para robustecer su propia flota.
¿El futuro es robótico?
Aunque los drones se perfilan como protagonistas, las aeronaves tripuladas no desaparecerán por completo. Sistemas como los helicópteros seguirán siendo esenciales en misiones específicas, como el transporte de tropas, pero Estados Unidos considera que el futuro apunta a una aviación híbrida, donde drones y vehículos tripulados operen en conjunto.

Para los analistas, el Ejército estadounidense se ve a sí mismo en un “punto de inflexión”, donde la necesidad de cambio responde a una revisión más profunda. Por esa razón también, se están llevando a cabo iniciativas como la “transformación en contacto”, que permite que las unidades militares prueben diferentes configuraciones de drones en ejercicios reales, especialmente en regiones clave como el Indo-Pacífico.
La idea de Washington de apostar por una fuerza aérea robotizada refleja lo inevitable: el mundo va en camino hacia una transformación tecnológica, que también se refleja en el campo de batalla. Y es que los nuevos tiempos requieren nuevas medidas, principalmente para adaptarse a las amenazas emergentes en el campo de batalla pero también en el plano tecnológico, civil y estatal.
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