A pesar de que las sanciones formales siguen vigentes, EE.UU. ha permitido tácitamente un aumento significativo en las exportaciones de petróleo por parte de Irán. En lo que algunos analistas interpretan como una estrategia deliberada para reducir los precios globales del crudo sin un anuncio político explícito, Washington ha dejado de aplicar presiones sobre compradores clave como China. Esto ha llevado a que las exportaciones iraníes alcancen niveles récord desde 2018, debilitando el régimen de sanciones sin levantarlo oficialmente.
Irán esquiva las sanciones con ayuda del silencio de EE.UU.
En los últimos meses, Irán ha logrado aumentar sustancialmente sus exportaciones de petróleo. El país llegó a exportar 2,2 millones de barriles diarios de crudo a finales de junio 2025, marcando un máximo de cinco semanas, según los últimos datos de la firma de análisis Kpler. A pesar de que la legislación estadounidense no ha cambiado formalmente, la Casa Blanca ha optado por no perseguir ni sancionar a los principales compradores, especialmente China, que absorbe cerca del 80% del crudo iraní.

La administración Trump estaría utilizando esta permisividad como herramienta geopolítica. Al permitir que el petróleo iraní llegue al mercado, busca amortiguar los precios globales del crudo y evitar tensiones con aliados en Asia y Europa. Sin embargo, esta decisión también socava la coherencia del régimen de sanciones, da margen financiero a Teherán y reduce el incentivo para reanudar las negociaciones nucleares.
El precio de la ambigüedad en política exterior
Mientras EE.UU. evita formalmente levantar las sanciones sobre el petróleo iraní, su decisión de no aplicarlas rigurosamente debilita su posición negociadora. La estrategia puede parecer pragmática en el corto plazo, ayuda a contener los precios del crudo y evita tensiones con Pekín, pero acarrea consecuencias estratégicas. Teherán ha recuperado una fuente clave de ingresos sin ofrecer concesiones sobre su programa nuclear ni moderar su política regional. En paralelo, los países que respetan las sanciones pueden percibir este doble estándar como una señal de desconfianza en el orden internacional.

Además, al tolerar las exportaciones iraníes, Washington transmite un mensaje ambiguo sobre la solidez de su política exterior. Analistas advierten que esta postura podría debilitar el régimen de sanciones a nivel global, afectando casos como Venezuela, Rusia o Corea del Norte. En lugar de presionar a Irán hacia un nuevo acuerdo nuclear, la estrategia actual podría reforzar su resiliencia económica y su voluntad de resistir sin negociar.
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