La firma de la Carta de Aceptación (LOA) entre Argentina y Estados Unidos para la compra de ocho vehículos blindados Stryker 8×8 marca un punto de inflexión en la agenda de reequipamiento del Ejército Argentino y, al mismo tiempo, podría afectar la relación bilateral en materia de defensa entre Buenos Aires y Tel Aviv.
El anuncio fue realizado el 2 de julio por el ministro de Defensa, Luis Petri, tras su visita oficial al Pentágono, donde fue recibido por su par estadounidense Pete Hegseth. Según información oficial y reportes de Zona Militar, esta primera tanda incluiría unidades Stryker M1126 sin torre, con armamento de ametralladora calibre 12,7 mm y provenientes de excedentes del Ejército de los Estados Unidos.

El objetivo de esta adquisición es dar un primer paso en la incorporación de vehículos de combate blindados a rueda (VCBR), una necesidad largamente postergada del Ejército Argentino. Sin embargo, fuentes cercanas a Escenario Mundial señalaron que la noticia no fue bien recibida en el ámbito de defensa israelí, desde donde se esperaba posicionar una familia completa de blindados —como el Pandur II, impulsado por Elbit Systems en asociación con Tatra Defence Vehicles— junto a otros subsistemas integrables.
Una definición táctica con impacto diplomático
La LOA firmada se considera un paso estratégico de alineamiento con EE.UU. en el marco de un vínculo bilateral que ha cobrado nueva relevancia en la administración Milei. El avance del proyecto dependerá de un eventual apoyo presupuestario del Tesoro argentino, necesario para extender el número de vehículos adquiridos hasta el nivel requerido por el Ejército.
Este movimiento ocurre mientras que la cooperación militar con Israel permanece en fase exploratoria. Más allá de la continuidad del programa de modernización TAM 2C —iniciado durante la gestión anterior— no se han concretado nuevos contratos relevantes con empresas israelíes, a pesar del discurso oficial que sitúa a Tel Aviv como uno de los dos socios geopolíticos clave de Argentina.
Durante la visita oficial del ministro Petri a Israel en diciembre de 2024, se acordó profundizar la cooperación bilateral en defensa, incluyendo programas conjuntos en ciberdefensa, UAV, protección de fronteras y armas ligeras. En esa oportunidad, se discutieron propuestas para la incorporación de drones Hermes y fusiles IWI ARAD 7. También se planteó el interés en establecer contratos G2G para municiones, cuestión que sí puede llegar a avanzar, radios y tecnología asociada.

Sin embargo, a poco de promediar la actual gestión, gran parte de estos proyectos permanece sin definiciones concretas. Según fuentes, Israel había proyectado convertirse en un socio integral en el reequipamiento del Ejército Argentino, especialmente en el rubro de artillería, blindados y sensores. La elección del Stryker, aunque limitada en volumen, podría reordenar las prioridades de adquisición en dirección a EE.UU.
Una narrativa que aún no se traduce en acuerdos
Si bien la narrativa oficial argentina continúa destacando el alineamiento geopolítico con Israel, especialmente en foros internacionales y cuestiones diplomáticas, la cooperación en materia de defensa se encuentra, por ahora, en un plano más discursivo que contractual. La concreción de nuevas adquisiciones a empresas israelíes, como Elbit Systems o Uvision, podría depender de decisiones políticas aún no tomadas, o de variables presupuestarias aun sin definir.
En ese sentido, el liderazgo de EE.UU. en esta fase del reequipamiento militar argentino podría consolidarse, sobre todo si se amplía la adquisición de blindados Stryker u otros sistemas interoperables.
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