El presidente iraní, Masoud Pezeshkian ordenó la suspensión de la cooperación de Irán con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), apenas días después de los bombardeos estadounidenses e israelíes sobre instalaciones nucleares clave del país. La decisión, anunciada este miércoles 2 de julio, se enmarca en un contexto de creciente hostilidad tras la guerra de doce días entre Irán e Israel y supone un duro revés para el régimen internacional de no proliferación nuclear.
La orden presidencial fue confirmada por la televisión estatal iraní y se ampara en una ley previamente aprobada por el Parlamento iraní, con aval del Consejo de Guardianes y el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, presidido por el propio Pezeshkian. El texto establece que el gobierno “suspenderá de forma inmediata toda cooperación con el OIEA bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear y su Acuerdo de Salvaguardias”, y que esta medida se mantendrá hasta que se garantice “la seguridad de las instalaciones nucleares y de los científicos iraníes”.
Presión diplomática y señales contradictorias
Aunque la suspensión fue presentada como una respuesta soberana ante los ataques externos, el canciller iraní Abbas Araghchi aclaró en una entrevista con CBS News que Irán no cierra la puerta a futuras negociaciones con Estados Unidos. “No creo que las negociaciones se reinicien tan pronto”, señaló, “pero las puertas de la diplomacia nunca se cerrarán”. Sin embargo, por el momento, no hay indicios concretos de que las conversaciones nucleares se vayan a reanudar en el corto plazo.
La reacción internacional no tardó en llegar. El canciller israelí Gideon Saar calificó la medida como “un escándalo” y acusó a Irán de renunciar por completo a sus obligaciones internacionales. Saar instó a los países europeos firmantes del acuerdo nuclear de 2015 a activar la cláusula de “snapback”, lo que implicaría restaurar todas las sanciones de Naciones Unidas contra Teherán.

Imágenes satelitales revelan actividad en Fordow tras los bombardeos
Mientras la cooperación con el OIEA se congela, nuevas imágenes satelitales muestran intensos trabajos en la planta de enriquecimiento de Fordow, una de las instalaciones más sensibles del programa nuclear iraní. Fotografías obtenidas por Maxar Technologies y Planet Labs entre el domingo y el lunes muestran maquinaria pesada, camiones, una grúa y excavadoras operando cerca de los cráteres causados por las bombas antibúnker estadounidenses.


Según el Pentágono, el ataque —ejecutado con aviones B-2 y misiles Tomahawk— buscó penetrar los dos conductos de ventilación de Fordow con bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP), capaces de perforar concreto reforzado a velocidades superiores a 1.000 pies por segundo. El objetivo era destruir el complejo subterráneo donde Irán enriquece uranio hasta un 60%, muy cerca del umbral del 90% necesario para uso militar.
De acuerdo con el exinspector nuclear David Albright, los trabajos detectados “incluyen posiblemente el relleno de los cráteres, evaluaciones estructurales y muestreo radiológico”. Aún no se observan indicios de reapertura de los túneles principales, pero la infraestructura de acceso ya fue parcialmente reparada, lo que sugiere un esfuerzo acelerado por parte de Irán para recuperar operatividad.
El impacto real de los ataques sigue en debate
Aunque el presidente Donald Trump afirmó que los ataques del 22 de junio habían “completamente y totalmente destruido” el programa nuclear iraní, tanto el OIEA como la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono estiman que el daño fue limitado. Según el director del OIEA, Rafael Grossi, Irán podría retomar el enriquecimiento de uranio “en cuestión de meses”, lo que contradice la narrativa oficial estadounidense de que la capacidad nuclear iraní quedó neutralizada por años.

Esta valoración coincide con informes de inteligencia que indican que los elementos críticos del programa no fueron eliminados y que Irán todavía dispone de reservas de uranio enriquecido suficientes para fabricar varias armas nucleares si así lo decidiera. Cabe recordar que Irán insiste en que su programa tiene fines exclusivamente pacíficos, aunque diversas agencias internacionales han documentado actividades sospechosas en el pasado.
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