Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reúnen en Bruselas para definir el rumbo de las negociaciones comerciales con Estados Unidos. El eje del debate gira en torno a si aceptar un acuerdo rápido propuesto por la administración de Donald Trump, aun cuando ello implique ceder frente a condiciones comerciales desfavorables, o si continuar presionando para obtener un pacto más equitativo, a riesgo de intensificar las tensiones transatlánticas.

Según fuentes diplomáticas, la opción de cerrar un acuerdo rápido gana terreno entre los líderes europeos, especialmente ante la amenaza de que Trump eleve los aranceles actuales. Desde 2022, Estados Unidos impone gravámenes del 50 % sobre el acero y el aluminio, del 25 % a automóviles y autopartes, y un arancel base del 10 % sobre la mayoría de los productos europeos, cifra que podría escalar al 50 % si no se llega a un entendimiento.
En este marco, varios Estados miembro sostienen que evitar una guerra comercial es prioritario, incluso si eso implica aceptar el statu quo arancelario. “Es de interés general que el conflicto comercial con Estados Unidos no se agrave”, afirmó el canciller alemán Friedrich Merz, quien se mostró confiado en alcanzar una solución en las próximas semanas.
Tensiones internas y propuestas de reequilibrio
En paralelo a la búsqueda de un acuerdo, los países europeos también deben resolver cómo responder ante el mantenimiento de un arancel base del 10 %. La Comisión Europea ha dejado abierta la posibilidad de aplicar medidas de reequilibrio comercial, entre ellas nuevos aranceles que podrían alcanzar hasta 95.000 millones de euros en productos estadounidenses.
No obstante, estas medidas enfrentan divisiones internas: algunos Estados miembros presionan para reducir su alcance, lo que podría debilitar su eficacia. “La Comisión ha dicho con razón que algunos Estados miembros están recortando demasiado”, advirtió un diplomático del bloque.

Esta iniciativa apunta a reducir el superávit que Estados Unidos mantiene con la UE en servicios, mientras que el bloque europeo conserva una balanza favorable en el comercio de bienes.
Desde Bruselas se propuso también un acuerdo bilateral para eliminar todos los aranceles industriales y aumentar las compras europeas de gas natural licuado y soja, pero Washington ha mostrado escaso interés. La administración estadounidense ha insistido en cuestiones que considera barreras estructurales, como el IVA europeo, las normativas ambientales y las reglas sobre plataformas digitales, aspectos en los que la UE no está dispuesta a ceder.
Interferencia de la agenda energética y las sanciones contra Rusia
La reunión de Bruselas coincide con la reciente cumbre de la OTAN en La Haya, tras la cual una mayoría de los líderes europeos llegaron directamente. A las tensiones comerciales con Estados Unidos se suma la negociación interna del 18.º paquete de sanciones contra Rusia, aún bloqueado por Hungría y Eslovaquia debido a sus preocupaciones sobre el suministro de gas. La Comisión espera que nuevas garantías sobre el acceso al gas faciliten su aprobación.

Esta medida ha encontrado oposición tanto en Estados Unidos como en países con importantes flotas marítimas como Grecia, Malta y Chipre, lo que podría obligar a retirarla del paquete de sanciones para lograr su aprobación antes del viernes.
La cumbre pone en evidencia la creciente interdependencia entre las decisiones comerciales y energéticas del bloque, y plantea un escenario en el que la Unión Europea deberá elegir entre una estrategia pragmática para evitar choques con su principal socio estratégico, o una postura más firme que busque condiciones más equitativas, aun si ello conlleva el riesgo de una escalada arancelaria.
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