La Operación Martillo de Medianoche, anunciada con tono triunfalista por el presidente Donald Trump como un golpe devastador contra el programa nuclear iraní, ha quedado envuelta en una controversia de alto nivel. Según una evaluación preliminar de inteligencia revelada por CNN, los ataques a las instalaciones de Natanz, Isfahán y Fordow no habrían alcanzado los resultados prometidos por la administración estadounidense.
El informe, elaborado por la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), concluye que si bien las estructuras superficiales fueron severamente dañadas, los elementos esenciales del programa nuclear iraní —incluyendo centrífugas y reservas de uranio enriquecido— habrían quedado mayormente intactos o incluso habrían sido retirados antes del ataque. De acuerdo con siete fuentes vinculadas a la evaluación, la operación apenas habría retrasado a Irán por unos pocos meses, sin desarticular su capacidad para recomponer su infraestructura atómica.

Choque entre la narrativa política y la evidencia técnica
Desde el inicio, Trump no escatimó en calificativos: calificó el bombardeo como “uno de los ataques militares más exitosos de la historia” y sostuvo que las instalaciones nucleares iraníes “están completamente destruidas”. En sus redes sociales desde La Haya, donde participa de la cumbre de la OTAN, acusó a CNN y The New York Times de “intentar degradar” el operativo y los tildó de “enemigos del pueblo estadounidense”.
La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, fue más allá y desestimó el informe como “totalmente erróneo”, denunciando que fue filtrado por “un perdedor anónimo de bajo nivel en la comunidad de inteligencia”. A pesar de calificar el documento como “alto secreto”, Leavitt insistió en que los bombardeos fueron precisos y que catorce bombas de 30.000 libras impactaron exactamente en sus objetivos.

Sin embargo, múltiples funcionarios y expertos se han mostrado más cautelosos. El presidente del Estado Mayor Conjunto, general Dan Caine, señaló que aún es “demasiado temprano” para saber si Irán conserva capacidad nuclear activa. En tanto, el representante republicano Michael McCaul —referente del Comité de Asuntos Exteriores— reconoció que la misión nunca fue concebida para erradicar por completo el programa nuclear iraní, sino para provocar un daño significativo que retrasara su avance.
Los blancos: daño visible, dudas profundas
Los sitios atacados —Fordow, Natanz e Isfahán— poseen instalaciones subterráneas altamente fortificadas. Aunque Estados Unidos empleó bombarderos B-2 y armas de alta penetración como los Massive Ordnance Penetrators, el análisis técnico sugiere que las estructuras más profundas no fueron alcanzadas. En el caso de Isfahán, incluso se optó por usar misiles Tomahawk desde un submarino, en lugar de bombas búnker-buster, ante la imposibilidad de perforar niveles subterráneos reforzados.
Israel, que venía realizando ataques propios días antes y reclamaba el apoyo estadounidense para lograr mayores daños, coincidió parcialmente con la evaluación: si bien estiman que la ofensiva conjunta pudo retrasar el programa iraní hasta dos años, reconocen que Irán aún podría reconstruirlo si no se toman medidas adicionales.
Jeffrey Lewis, especialista en armamento del Middlebury Institute, advirtió que “las instalaciones subterráneas cerca de Natanz, Isfahán y Parchin no fueron destruidas y podrían servir como base para una rápida reactivación del programa nuclear iraní”.
Reacciones políticas y ausencia de transparencia
La tensión también se trasladó al Congreso. Las sesiones informativas clasificadas para ambas cámaras fueron pospuestas sin explicación oficial. El congresista demócrata Pat Ryan apuntó directamente contra el presidente: “Trump acaba de cancelar un briefing clasificado sobre los ataques en Irán sin dar ninguna razón. ¿La verdadera razón? No puede respaldar con hechos sus afirmaciones grandilocuentes”.

Mientras tanto, el enviado especial de EE.UU. a Medio Oriente, Steve Witkoff, calificó la filtración del informe como “una traición” y pidió una investigación inmediata, alertando que podría comprometer futuras operaciones y poner vidas en peligro.
Escenario incierto
Más allá de las declaraciones triunfalistas, la Casa Blanca ha reconocido que la inteligencia disponible es “inconclusa” y “preliminar”. Trump afirmó que Israel proporcionará pronto una evaluación más completa. Sin embargo, el contraste entre el relato político y las evaluaciones técnicas amenaza con abrir una grieta profunda entre el liderazgo civil y la comunidad de inteligencia.
Mientras tanto, en Irán, continúan las manifestaciones nacionalistas y la reafirmación del régimen respecto a su soberanía tecnológica. Con su capacidad nuclear aún parcialmente intacta, el régimen podría utilizar esta narrativa de resistencia frente a la agresión extranjera para reforzar su cohesión interna y legitimar futuros desarrollos nucleares.
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