En medio de la escalada militar más crítica de los últimos años en Medio Oriente, el presidente argentino Javier Milei expresó su apoyo al ataque de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en Irán. El gesto, aunque simbólico, fue leído como una contundente ratificación del alineamiento de la Casa Rosada con Washington y Tel Aviv en asuntos de seguridad internacional.
El sábado por la noche, Milei republicó en sus redes sociales un mensaje del presidente estadounidense Donald Trump, quien confirmó que aviones B-2 del Pentágono, junto con submarinos y misiles Tomahawk, destruyeron tres complejos nucleares iraníes en Fordow, Isfahan y Natanz. La operación, denominada Midnight Hammer, involucró a aeronaves y el uso de bombas antibunker, en un ataque sin precedentes desde el aire.

Aunque no hubo pronunciamiento formal de la Cancillería argentina ni comunicado oficial desde la Casa Rosada, el reposteo de Milei fue interpretado por analistas y medios internacionales como una adhesión política clara a la ofensiva estadounidense. La postura no sorprende: desde su llegada al poder, Milei ha buscado estrechar vínculos con Washington y ha mostrado cercanía personal con Trump, replicando su retórica en múltiples escenarios.

La operación de EE.UU. fue justificada por la supuesta amenaza que representa el programa nuclear iraní, el cual —según informes del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)— ha acumulado uranio enriquecido en niveles cercanos a los necesarios para uso militar, aunque sin pruebas concretas de una decisión de fabricar armas nucleares. No obstante, el trasfondo de esta operación también involucra una intensa ofensiva israelí previa, iniciada el 13 de junio, que ya dejó más de 400 muertos en Irán.
Amenazas iraníes contra el argentino Rafael Grossi
En paralelo a los bombardeos, el gobierno iraní apuntó directamente contra el argentino Rafael Grossi, director general del OIEA. El influyente asesor del líder supremo Ali Jamenei, Ali Larijani, lanzó una advertencia explícita: “Una vez que termine la guerra, nos ocuparemos de Grossi”. La acusación gira en torno a la supuesta parcialidad de los informes del organismo, que según Teherán habrían generado condiciones para justificar la ofensiva militar occidental.

La situación reviste especial gravedad diplomática, ya que se trata de una amenaza directa a un funcionario de las Naciones Unidas. Grossi respondió públicamente en CNN, afirmando que su rol es técnico y que ningún informe puede ser base legítima para un ataque bélico: “Venga de quien venga, una acción militar es una decisión política”.
El OIEA, por su parte, defendió la validez técnica de sus documentos, entre ellos el informe que señala que Irán posee suficiente material fisible como para construir varias armas si decidiera elevar el nivel de enriquecimiento. Este reporte fue respaldado por una resolución de la Junta de Gobernadores del organismo el pasado 12 de junio, con votos afirmativos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania.
Tensión regional y advertencias de represalia
La respuesta iraní no se hizo esperar. Tras los bombardeos estadounidenses, Irán lanzó una andanada de misiles contra objetivos israelíes, aunque hasta el momento no ha atacado directamente a fuerzas estadounidenses. Sin embargo, la situación es volátil. En Baréin, el Comando Central Naval de EE.UU. puso su base en estado de máxima alerta luego de que Hossein Shariatmadari, asesor cercano de Jamenei, llamara a “un ataque inmediato” contra la flota estadounidense en el Golfo y al cierre del estratégico Estrecho de Ormuz.
El impacto de las operaciones también se sintió a nivel logístico. Personal militar estadounidense fue confinado en sus viviendas, se suspendieron servicios esenciales y se reforzaron las defensas en bases clave como las de Diego García, Qatar y Jordania. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que cualquier represalia será respondida con una fuerza “muy superior” a la desplegada en los ataques recientes.
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