La participación de terceros actores internacionales en múltiples conflictos armados ha intensificado y prolongado las crisis más críticas del mundo actual. De acuerdo con el SIPRI Yearbook 2025, esta tendencia ha escalado con fuerza en zonas como Gaza, donde el enfrentamiento entre Israel y Hamás desestabilizó a toda la región y precipitó la caída del gobierno de Bashar al-Assad en Siria tras el repliegue estratégico de sus aliados externos. A su vez, en el continente africano, la expansión transnacional de grupos como Boko Haram ha convertido al Sahel y a la cuenca del lago Chad en escenarios permanentes de violencia sin fronteras.
El conflicto en Gaza desencadena nuevas crisis regionales
Uno de los desarrollos más disruptivos de 2024 fue la caída inesperada del régimen de Bashar al-Assad en Siria, un hecho atribuido en parte a la redistribución de prioridades geopolíticas de sus aliados clave. Según el SIPRI Yearbook 2025, la intensificación del conflicto entre Israel y Hamás generó una reacción en cadena que absorbió los recursos militares y diplomáticos de actores como Irán y Rusia, debilitando el soporte externo que mantenía a Assad en el poder.

Este fenómeno refleja un patrón más amplio: las intervenciones militares extranjeras o el apoyo estratégico de terceros actores estatales no solo influyen en la duración de los conflictos, sino que alteran el equilibrio político en regiones enteras. La región de Medio Oriente, históricamente moldeada por intereses externos, muestra en este caso una aceleración de ese patrón, donde la supervivencia o colapso de un gobierno depende tanto de sus enemigos como de la atención de sus aliados. Así, el efecto dominó desencadenado por Gaza reconfigura el mapa regional, en una lógica de interdependencia bélica que trasciende fronteras.
Grupos insurgentes regionales reavivan la inestabilidad africana
Mientras las potencias militares condicionan el curso de los conflictos más visibles, en África se consolida otro fenómeno alarmante: la creciente actividad de actores armados no estatales que operan sin respetar límites territoriales. El caso de Boko Haram en la cuenca del lago Chad es paradigmático. Este grupo yihadista transnacional extendió su accionar violento desde el noreste de Nigeria hacia Camerún, Chad y Níger, debilitando a los gobiernos nacionales y desbordando los marcos tradicionales de seguridad regional.

El informe de SIPRI subraya que, a diferencia de los conflictos interestatales, este tipo de violencia es menos visible en los foros diplomáticos, pero no menos devastadora para las poblaciones afectadas. La presencia de grupos como Boko Haram, al igual que otros insurgentes en el Sahel, revela un vacío de autoridad estatal que se agrava cuando las coaliciones militares regionales no logran contener su expansión. El carácter transfronterizo de estas amenazas impide una respuesta efectiva exclusivamente nacional, y exige enfoques multilaterales que, hasta ahora, han mostrado resultados limitados.
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