Mientras el conflicto entre Irán e Israel continúa escalando, Rusia intenta posicionarse como un actor clave en la contención diplomática. Sin embargo, su rol atraviesa ciertas contradicciones, como su alianza estratégica con Irán o la necesidad de mantener cierto vínculo pragmático con Israel, desviando la atención internacional sobre su guerra en Ucrania.

Recientemente, el Viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, respondió enérgicamente a la posible ayuda militar de Estados Unidos a Israel, enfatizando en que cualquier forma de apoyo militar directo a Israel, incluso en hipotéticas conversaciones, sería una acción desestabilizadora, que complicaría aún más una situación ya de por sí volátil. Sin dudas, pese a los intentos diplomáticos, Moscú se ve preocupado por la posible implicación de Washington en el conflicto.
A pesar de las advertencias, Estados Unidos no ha dado muestras de detener su apoyo a Israel. Por el contrario, Trump emitió duras declaraciones en las que advertía de las posibles consecuencias del continuo desafío de Irán. En respuesta, el líder supremo iraní, el ayatolá Jamenei, reafirmó la postura de su país afirmando que Teherán no se rendirá.
Condena y advertencias diplomáticas
A medida que se desarrolla el conflicto, las posibilidades de una nueva escalada siguen siendo elevadas. Pero Moscú optó por condenar públicamente las acciones de Tel Aviv, calificando sus bombardeos sobre infraestructura nuclear iraní de violatorias del derecho internacional.

En paralelo, el presidente ruso, Vladimir Putin, mantuvo conversaciones con los líderes de Irán, Israel y Estados Unidos. Aunque postuló a su país como mediador, la propuesta fue recibida con escepticismo por parte de Trump.
El Kremlin insiste en que su rol puede ser clave para evitar una escalada nuclear, mientras que el sistema internacional considera que las conversaciones para alcanzar un cese de las hostilidades son cruciales. Sin embargo, Irán e Israel mantienen firmes sus posiciones, con estrategias militares cada vez más agresivas, dificultando los esfuerzos diplomáticos.
Una alianza estratégica, pero con falencias
La relación entre Moscú y Teherán se ha profundizado los últimos años, principalmente desde el inicio de la guerra con Ucrania. Irán ha suministrado drones militares a Rusia, y ambos países firmaron en enero un Tratado de Asociación Estratégica Integral.

El acuerdo ha sido ampliamente criticado por Occidente, principalmente por la amenaza que puede suponer una cercanía “incondicional” entre estas dos potencias nucleares. Sin embargo, el pacto bilateral tiene sus huecos sin llenar: no contempla asistencia militar mutua, sino un compromiso de no apoyar a los adversarios del otro.
Esto refleja no sólo los límites de la alianza, sino que demuestra que Rusia no estaría dispuesta a involucrarse militarmente contra Israel en su defensa. Analistas señalan que Moscú podría brindar apoyo encubierto o de manera indirecta, pero siempre evitando cualquier acción que comprometa su equilibrio regional.
¿Mediador creíble?
Contrario a todo lo que se estima, Putin sigue posicionando a su país como un posible mediador. No obstante, el sistema internacional desconfía de su credibilidad, citando su cercanía con Irán y la posibilidad de utilizar este conflicto como una “pantalla” de la actual guerra contra Ucrania.
Por el momento, podría afirmarse que Rusia no podría intervenir militarmente en el conflicto apoyando a Irán, principalmente porque su margen de maniobra es limitado. Atacar a Israel implica romper con ciertos canales de cooperación o su influencia en los países del Golfo.
No obstante, queda por verse si las conversaciones por un alto el fuego entre Irán e Israel se llevarán efectivamente a cabo, o si Rusia desempeñará un papel importante en las mismas.
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