En medio de la escalada bélica entre Irán e Israel, que ya atraviesa su séptimo día, China ha adoptado una posición cuidadosamente equilibrada: apoya a Teherán en términos diplomáticos y simbólicos, pero no contempla involucrarse militarmente. La postura de Pekín fue reafirmada por Zhou Rong, analista principal de la Universidad Renmin, quien subrayó que “China estará del lado de la paz, no de una de las partes”, tal como ocurrió durante la guerra entre Rusia y Ucrania.
Un apoyo limitado y estratégico
La línea oficial china apunta a contener el conflicto y evitar una escalada regional. En una llamada con su par ruso, Vladímir Putin, el presidente Xi Jinping instó a “todas las partes, pero especialmente a Israel”, a cesar las hostilidades lo antes posible para evitar un efecto dominó que pueda implicar a otros actores estatales. La declaración fue difundida por la agencia estatal Xinhua, que también reportó que China ha iniciado la evacuación de sus ciudadanos tanto desde Israel como desde Irán.

Más allá de los llamados a la paz, el gobierno chino busca consolidar su influencia en Medio Oriente ejerciendo un rol de mediador. Sin embargo, expertos advierten que su margen de maniobra es limitado. “China puede brindar respaldo moral e intentar construir un frente común contra la agresión israelí, pero no tiene capacidad real para frenar los ataques. Su objetivo principal es evitar una guerra total y mantener la estabilidad regional”, afirmó Zhou.
La ofensiva israelí y la respuesta iraní
El conflicto se intensificó tras el lanzamiento por parte de Israel de la Operación León Naciente, un ataque coordinado con drones y misiles dirigido a instalaciones nucleares, objetivos militares y estructuras del régimen iraní.

Mientras tanto, el presidente estadounidense Donald Trump se ha mostrado ambiguo respecto a una posible intervención directa. En una conferencia reciente en la Casa Blanca, sugirió que aún no ha decidido si lanzará un ataque contra instalaciones nucleares iraníes, aunque afirmó que Teherán había intentado reabrir canales de negociación.
La retórica de Trump osciló entre una amenaza explícita —exigiendo la rendición incondicional del gobierno iraní— y una cautela táctica. Analistas advierten que el presidente está sopesando los riesgos de una extensión del conflicto. “Trump sabe que hay bases militares clave en Kuwait, Pakistán y Qatar. Si esas bases no son atacadas directamente, es probable que dude antes de involucrar a EE.UU. en una guerra total con Irán”.
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