La Armada de Estados Unidos ha reposicionado parte de sus fuerzas en Medio Oriente en respuesta a la escalada del conflicto entre Israel e Irán. Imágenes satelitales revelaron el retiro de buques estadounidenses de un puerto clave en Baréin, sugiriendo un traslado hacia zonas estratégicas como el Golfo Pérsico, el Estrecho de Ormuz y el Golfo de Omán.

Paralelamente, el portaaviones USS Nimitz fue redirigido desde el Mar de China Meridional a Medio Oriente, convirtiéndose en el segundo de su tipo en la región. Además, la Fuerza Aérea estadounidense desplegó aviones de reabastecimiento en Europa como medida preventiva. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó estos movimientos como parte de una estrategia para fortalecer la postura defensiva y proteger a las fuerzas estadounidenses.
Inventario militar y objetivos estratégicos de Washington
Estados Unidos ha incrementado su presencia militar con el despliegue de aviones de combate F-16, F-22 y F-35, además de bombarderos B-2 Spirit y B-52H Stratofortress en la base de Diego García. Asimismo, buques de combate litoral, unidades contraminas y portaaviones operan en aguas cercanas.

Entre las capacidades aéreas clave se destacan los aviones cisterna KC-135R y KC-46A Pegasus, esenciales para operaciones prolongadas. Las baterías Patriot trasladadas desde el Pacífico refuerzan la defensa antimisiles en la región.
Aumenta la tensión regional con operaciones simultáneas
El “Avión del Juicio Final”, un E-4B Nightwatch, fue detectado sobrevolando Estados Unidos, símbolo de un eventual comando en situaciones de emergencia. Mientras tanto, el grupo de ataque del USS Ford se aproxima al Mediterráneo Oriental en un despliegue coincidente con los movimientos israelíes.
En simultáneo, aviones de combate patrullan Medio Oriente para proteger personal e instalaciones. El USS Sullivans y el USS Arleigh Burke derribaron misiles iraníes lanzados hacia Israel. También se ha confirmado el despliegue de aviones en Europa y el traslado de tropas a zonas clave. Las fuerzas estadounidenses en Medio Oriente alcanzan los 40.000 efectivos, una cifra que creció desde octubre de 2024 en respuesta a los ataques hutíes desde Yemen.

El refuerzo militar estadounidense responde a una coyuntura marcada por tensiones simultáneas: el conflicto entre Israel e Irán, la amenaza sobre buques en el Mar Rojo y la guerra en Ucrania, lo que configura un escenario de vigilancia permanente por parte de Washington.
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